No voy a hablar exactamente de la famosa canción del cantautor José Alfredo Jiménez, aunque quizá pueda ser que una Piedra, en el camino de Sheinbaum, le esté mostrando su destino.
Mientras avanzaba, en el Senado de la República, el proceso para elegir a quien será la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), por los próximos cinco años, fue quedando claro que la decisión al interior de Morena y con sus partidos aliados se estaba complicando. Los testimonios, la mayoría de ellos en privado, aunque en las reuniones públicas en comisiones también se expresaron, dan cuenta de la primera derrota de la presidenta de la República frente al órgano parlamentario.
El mandato imperativo, que será en principio negado, pero luego presentado y defendido como un acuerdo político, culminó con los 87 votos a favor de María del Rosario Piedra Ibarra para presidir nuevamente al órgano autónomo más cuestionado, no por lo que hizo, sino por lo que no se atrevió a hacer, a lo largo de toda la administración de Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de ser la peor evaluada entre todas y todos los aspirantes que pasaron a la selección de entre los quince mejores perfiles, haber presentado una carta de apoyo supuestamente firmada por el obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera, que resultó ser falsa, la oposición de una parte de la organización de búsqueda de desaparecidos, Eureka, fundada por su madre, así como de innumerables colectivos y defensores de los derechos humanos, su evidente pésimo desempeño en el cargo, basado en sus propios informes, y su silencio sepulcral -cómplice, pues- ante claras y múltiples violaciones de derechos humanos, Rosario Piedra, contó con un voto preferencial, que no se depositó en la urna, pero que se hizo valer por encima de todos los demás: el del expresidente López Obrador.
Actuando como alfiles y fieles escuderos, Adán Augusto López Hernández y Gerardo Fernández Noroña, hicieron y declararon todo cuanto pudieron, primero, para forzar que Piedra fuera considerada en la terna y luego para que fuera votada por mayoría calificada, a pesar de que diversas senadoras y senadores oficialistas apoyaban originalmente a la aspirante que gozaba del respaldo de Claudia Sheinbaum Pardo. López Hernández llegó a reconocer que había sugerido entregar las cédulas de votación foliadas y hasta con el nombre de cada legislador, e incluso que fueran ya marcadas con el nombre de Piedra Ibarra a senadoras y senadores, las correspondientes a su bancada y a sus aliados.
Como sea, quienes creían que la presidenta tenía el control de los órganos parlamentarios, deberán replantearse esa suposición, de la misma forma en que quienes afirman que el expresidente ya no influye ni se mete en política, también tendrán que hacerlo. Si esto fue una primera batalla perdida de la presidenta contra los designios del expresidente, a través de Adán Augusto, nada le garantiza a Sheinbaum que la oposición que en realidad cuente no sea la de los disminuidos partidos políticos, sino que surja de las mismas filas de su partido, pero dirigida, en una primera etapa, a distancia, por el exmandatario presidencial.
Parafraseando al gran José Alfredo, una Piedra en el camino podría estar mostrándole su destino… a la presidenta.
Y para iniciados:
Algo pasa en la industria restaurantera de Morelos y no pinta para nada bueno. El gobierno del estado, a través de las secretarías de Economía y Turismo, así como el Ayuntamiento de Cuernavaca, han dado todo su respaldo a los organizadores del festival Sabor Es Morelos, que este año habrá de realizar su decimotercera edición. Llama la atención que la principal organizadora, Griselda Hurtado Calderón, habiendo sido presidenta de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera en la entidad, se moleste cuando se le pregunta por qué no fue incluida la CANIRAC, en tanto institución y no como restauranteros en lo particular, en tan importante evento. Las inconformidades y los señalamientos sobre su estilo y forma de ser son lo de menos. Lo que preocupa es que en este festival están involucrados recursos públicos, que deberán ser transparentados con todo rigor. No vaya a ser que ciertos negocios salgan misteriosamente ganones.
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