PERSPECTIVA, por Marcos Pineda Godoy.

México atraviesa por un proceso de reformas constitucionales que lo llevarán a lo que podríamos llamar: el tránsito del antiguo al nuevo régimen. No es ninguna exageración. Tampoco se trata de un simple cambio de élites en el gobierno. Los especialistas reconocerán que son, en toda regla, reformas estructurales.

Los historiadores profesionales, vamos, los científicos del estudio de la historia, así como juristas, politólogos y sociólogos tendrán ante sí una compleja y profunda tarea, más allá de la mera recopilación y narración de los hechos ocurridos en este histórico 2024, comenzando por la explicación de la llamada reforma al Poder Judicial, que estará conectada no solamente con lo sucedido en el pleno de la Suprema Corte, del pasado martes 5 de noviembre, sino que deberá abarcar desde aquel llamado a mandar al diablo a las instituciones, que hizo Andrés Manuel López Obrador en el 2006, y hasta las reformas constitucionales que faltan por aprobarse en los siguientes meses.

Ante la insistencia del oficialismo de presentar estos sucesos, bajo argumentos y conclusiones, tal vez no erradas del todo, pero sí muy sesgadas, que pueden generar percepciones sociales equivocadas o alejadas de la realidad, bien vale la pena hacer algunas puntualizaciones, sobre las que después se haga un estudio en forma, al margen de las pasiones y los intereses políticos.

Primero, y debe quedar muy claro, el pleno de la SCJN no declaró en ningún momento la validez de la reforma. Lo que sucedió es que no alcanzaron a contar con los votos suficientes para declarar su invalidez parcial. Una consecuencia inmediata de ello es que el texto constitucional, tal como está hoy, se mantiene vigente.

Segundo. Lo único que quedó aprobado es que es posible recibir a trámite las acciones de inconstitucionalidad interpuestas por los partidos políticos con registro nacional, así como declarar su legitimación, es decir, que tienen derecho a presentarlas. Sin embargo, la postura del ministro Pérez Dayán, al afirmar que no cuenta con facultades para declarar la procedencia del recurso, en otras palabras, su negativa a que se pueda entrar al estudio del procedimiento legislativo y al fondo de lo controvertido, nos lleva a una contradicción, pues, en un primer momento, dice que sí tienen derecho a presentar el recurso, pero, enseguida, afirma que no tienen facultades para resolver al respecto. En consecuencia, aprobar la legitimación, en términos prácticos, no sirve de nada.

Tercero, y no menos trascendente, el voto en contra de ese ministro impidió que se entrara al estudio de fondo. No pudimos saber los argumentos jurídicos a favor o en contra de la constitucionalidad de lo aprobado por la mayoría en el gobierno. Y ese es un pendiente que quedará para mejores tiempos, quizá en tribunales internacionales, pero que tardará en llegar, no sabemos cuántos años.

Cuarto. No fue tampoco un triunfo del pueblo de México, que ya había expresado su voluntad soberana en las elecciones parlamentarias de este año, puesto que el mismo Pérez Dayán sostuvo que todo provino de la sobrerrepresentación otorgada por el Tribunal Electoral, sin la que habría sido imposible una reforma de esta naturaleza. Y,

Quinto. También tendrá que debatirse y, en su momento corregirse, la versión de que el pueblo dio la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso al oficialismo. Incluso, en forma independiente a la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, los votantes mexicanos no dieron de origen esa mayoría en el Senado, sino fue construida artificialmente con posterioridad a las elecciones, en condiciones por demás desaseadas y cuestionables.

Aunque podemos prever diferentes escenarios por venir, los resultados de estas reformas son impredecibles. Los tendremos que vivir al paso del tiempo

Y para iniciados:

Quedando Ulises Bravo Molina moralmente fuera del proceso para continuar con sus aspiraciones de seguir al frente de Morena, la baraja está abierta. Raúl Tadeo Nava sigue con la mano alzada, sosteniendo que cuenta con el respaldo de 41 consejeras y consejeros. No obstante, no deja de mencionarse que, fieles a su proceder político, en Morena terminará decidiéndose desde el centro y desde arriba.

La información es PODER!!!

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