Dos noticias de gran trascendencia histórica acapararán los espacios de análisis y discusión en el mundo: el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas y el que se mantendrá vigente la llamada reforma judicial en México.
De un lado, por la importancia geopolítica, comercial y militar de los Estados Unidos, sus elecciones del día de ayer serán a las que se dedique mayor atención. Sin embargo, el caso mexicano también deberá tener su lugar porque, a querer o no, también tendrá repercusiones que afectarán las relaciones internacionales, sobre todo, las comerciales.
Conforme a los datos más recientes de la agencia Associated Press, la que en ese país publica los resultados oficiales, a sus 78 años, el magnate neoyorkino, Donald Trump, será el 47º presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, con alrededor de 5 millones de votos populares más que su contrincante, Kamala Harris, y teniendo a su favor a cerca del 40% de las comunidades migrantes ya con derecho a votar.
Pero no sólo eso, su partido, el Republicano, tendrá mayoría en el Senado, contando con 52 de los 100 escaños que lo componen, mayoría en la Cámara de representantes, con 189 curules sobre los 180 de los demócratas, y 27 de las 50 gubernaturas. A partir del 20 de enero del 2025 y por cuatro años, Trump será el presidente norteamericano con mayor poder en lo que va del siglo XXI.
Si bien para los republicanos es un momento de festejo por la posibilidad de que Trump cumpla con las promesas de campaña en las que creyeron y por las que votaron, basándose en la misma razón, el mapeo de riesgos para México y el mundo debe tomarse con la mayor seriedad, pues Trump se ha hecho famoso no tanto por sus altisonantes amenazas, sino porque las cumple.
De otro lado, ayer quedaron conculcadas las esperanzas de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación pudiera invalidar al menos parte de la nueva forma en que se integrará el Poder Judicial mexicano, a través del despido fulminante y masivo de jueces y magistrados, para elegir por voto popular a quienes los sustituirán, a partir del próximo año. Cuidado, como en muchos otros casos, que no se haya invalidado parte de la reforma no significa que fuera la decisión correcta en la Corte, sino sólo que no se alcanzaron los votos suficientes para aprobar el proyecto de sentencia.
El ministro Alberto Gelacio Pérez Dayán, cuyo voto fue decisivo, ha negado ya la existencia de cualquier tipo de presión para favorecer el proyecto de la cuarta transformación. No obstante, ya circulan versiones sobre las amenazas que habría recibido de activar un par de carpetas de investigación en su contra. Como sea, ya bien si en verdad votó en conciencia propia o si el régimen encontró el punto débil y lo aprovechó, como con los Yunes en el Senado, como lo predijeron los morenistas, la elección de jueces, magistrados y ministros va, y ahora sí ya no hay nada que la pueda evitar.
Así como con Trump, como ambos procesos ya son hechos incontrovertibles, ahora es momento de tomarnos en serio el mapa de riesgos para la democracia mexicana, su teórica división y equilibrio de poderes, las relaciones comerciales de México con el resto del mundo, el Estado de Derecho a modo del régimen, la formación de un sistema hegemónico de largo plazo y las limitaciones para el ejercicio efectivo de los derechos humanos. Y ya ni hablemos de transparencia y rendición de cuentas.
El problema no es que existan populistas que logren votaciones mayoritarias a su favor, sino que estos populistas cumplen tanto sus promesas como sus amenazas. Pero de eso ya hablaré en otra ocasión.
Y para iniciados:
A los Blanco Bravo ya sólo les quedaba la posibilidad de mantener el control de Morena, al menos hasta las elecciones del 2027. En el Congreso local, sus alfiles han quedado marginados. En el Gobierno del estado no los quieren ver ni en pintura. Los munícipes que estaban con ellos les están volteando bandera. Ya con la orden de los magistrados de vincular a proceso penal a Ulises Bravo Molina deben dar por perdidas todas las esperanzas de que fuera ratificado como delegado en funciones de presidente del partido. Se veía venir, pero ahora es una realidad: La era Blanco Bravo ha llegado a su final.
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