El anuncio del banderazo de salida para la renovación de las dirigencias estatales de Morena tomó desprevenidos a muchos, sobre todo a aquellos que estaban interesados en ocupar una cartera en el comité local y creían que la elección se llevaría a cabo en forma similar a como se hizo en el 2022. Pero no será así.
Lo mencioné en el artículo de ayer. Sin embargo, debido a diversos y muy equivocados comentarios al respecto, así como a ciertos y focalizados silencios, bien vale la pena puntualizar cuáles son las reglas que ya fueron fijadas por la dirigencia nacional, mismas que dejarán fuera de la competencia interna a muchas y muchos que pretendían lograr un espacio en el Comité Ejecutivo Estatal.
En el 2022, el proceso fue el siguiente: el domingo 17 de septiembre militantes y simpatizantes de Morena acudieron a las urnas para elegir a cinco mujeres e igual número de hombres, diez en total, por cada uno de los cinco distritos electorales federales con que cuenta Morelos, dando por resultado un Consejo Estatal compuesto por cincuenta personas, 25 de cada género.
Una vez aprobadas y publicadas las listas por parte del Comité Ejecutivo Nacional, el Consejo Estatal llevó a cabo una asamblea en la que, tras una serie de alianzas y traiciones, acuerdos y promesas, Ulises Bravo Molina fue elegido presidente de Morena en Morelos. No obstante, luego de haber sido impugnado por no cumplir con los requisitos que establecía la convocatoria, le fue retirada la calidad de consejero y, por tanto, de presidente estatal. Tiempo después fue nombrado por Mario Delgado, como delegado en funciones de presidente, cargo que hoy ocupa y del que habrá de despedirse en próximas fechas.
A diferencia del proceso del 2022, en el cual primero fueron elegidos mediante voto directo y secreto las y los integrantes del Consejo Estatal, en una jornada electoral que resultó severamente cuestionada por la compra de votos, el acarreo y todo tipo de prácticas antidemocráticas, en esta ocasión no habrá elección de consejeros. Serán las y los mismos que ya forman parte de ese Consejo Estatal los responsables de elegir, ya bien por consenso o por mayoría, pero cumpliendo con el procedimiento del voto libre y secreto, para validar la elección.
En noviembre de este año se elegirán únicamente las carteras que se encuentren vacantes. Todas y todos los demás permanecerán en las carteras para las que fueron electas o electos en el 2022. Solamente podrán postularse para ocupar una cartera quienes formen parte del Consejo, por lo que deberá, primero, actualizarse la lista de sus miembros, misma que está disponible en la página Web oficial de Morena, pero que nunca fue actualizada, para que, en orden de prelación, ocupen los espacios de quienes ya no son ni siquiera morenistas, porque migraron a otros partidos políticos al no verse favorecidos con las candidaturas a las que aspiraban.
Estaban tan concentrados en quedar bien con la nueva dirigencia nacional y en hacer quedar mal a los de sus grupos adversos, que las reglas decididas por el Comité Nacional los tomaron por sorpresa. Ya todas y todos los que no son miembros del Consejo local, pueden y deben darse por descartados.
Había quienes, incluso, daban por seguros ganadores a ciertos personajes para la presidencia estatal. Otros que, sin ser miembros del consejo, codiciaban la cartera de organización, para estar cerca de Andrés Manuel (Andy) López Beltrán. Pero ya nada de eso sucederá.
Y para iniciados:
Son varios los elementos que serán clave para el desenlace: la operación política tras la debacle de los hermanos Blanco Bravo, de los Rabines y el descrédito del grupo que encabeza Víctor Mercado, ya bien por su alianza con los Blanco Bravo o por las denuncias en corto de haber operado contra la candidata de Morena al gobierno del estado, abre la posibilidad de una reconfiguración de la correlación de fuerzas al interior de Morena. Los que en 2022 se aliaron con alguno de esos grupos ahora cambiarán de bando. Y si saben leer lo que significa el poder y quieren estar del lado correcto de la historia deberían sumarse al proyecto que respalde a la gobernadora y no a los de intereses personales o económicos. Javier García Chávez y Juan Salgado Brito tendrán mucho trabajo de tejido fino, por hacer en los siguientes días. Al buen entendedor, pocas palabras.
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