PERSPECTIVA, por Marcos Pineda Godoy.

Así como, en las postrimerías del régimen hegemónico priista, la palabra “ingobernabilidad” asustaba políticamente al régimen, mientras gustaba a sus detractores, ya que de una u otra forma refería a un fracaso institucional, en nuestros días el concepto de “crisis constitucional” comienza a tomar su lugar.

En México ha resultado novedoso hablar del concepto de “crisis constitucional”. Poco se entiende al respecto, debido a que puede aplicarse en diferentes sentidos y no había tenido cabida a lo largo de las múltiples enmiendas que se han hecho a la Carta Magna, desde el 5 de febrero de 1917.

Cualquiera que sea la posición política, oficialista u opositora, ideológica o pragmática, ningún gobierno de un Estado, que se presuma de “Derecho”, por más buenas o perniciosas intenciones que tenga, sea democrático o autoritario, puede funcionar establemente -o al menos funcionar en medio de vaivenes- si el acuerdo constitucional se encuentra en tela de juicio, en disputa. Y eso es, precisamente, lo que se está viviendo en México.

Desde ciertos puntos de vista ya estamos en medio de una crisis constitucional y desde otros vamos hacia ella. Pero ¿cómo entenderla, describirla y, sobre todo, ya bien evitar que se produzca o superarla si ya se produjo?

La crisis constitucional puede ser entendida como el fracaso o un fuerte riesgo de fracaso en la aplicabilidad de la norma superior. Puede provenir de diferentes orígenes, descritos por autores como Julia Azari, en su artículo del 2017, que en español llevaría por nombre “Los cuatro tipos de crisis constitucional”, mismos que parecieran juntarse todos en el proceso de reforma al Poder Judicial por el que atraviesa México. Ella menciona, como causas de la crisis, la aprobación de normas contrarias a la constitución, que la constitución no ofrezca una respuesta clara para alguna situación específica, la claridad de la norma, pero inviabilidad para aplicarla, o la incapacidad de las instituciones a la hora de hacer que se cumpla el mandato constitucional.

Lo que ha sido presentado por el oficialismo como un ejemplo a seguir para el mundo democrático ya tiene metidas a las instituciones de los tres poderes de la Unión, en México, en todo un embrollo jurídico, cuya solución no parece depender del todo de las instituciones encargadas de dirimir esas diferencias, pues ni el Poder Ejecutivo, ni su subordinado Legislativo -que en estricto sentido no debería estar subordinado-, no están dispuestos a acatar ningún revés, como lo han demostrado al no hacer caso alguno a las determinaciones del Poder Judicial, justificando sus múltiples desacatos a los mandatos judiciales con su preferencia electoral mayoritaria, también bajo severos cuestionamientos que, simplemente, se niegan a reconocer.

Guste o no a unos y a otros, sea de beneficio o de perjuicio, en el corto o en el largo plazo, para la sociedad mexicana en su conjunto, la única salida posible de la crisis constitucional es que todos los poderes, incluidos los fácticos, acaten las determinaciones finales del actual Poder Judicial.

El peor de los escenarios, más allá de que México ya sea un histórico ridículo por esas tómbolas en las que se juega el futuro de la justicia y de las personas, sería que se impida el diálogo y el acuerdo, para dar paso a los juicios políticos, con las consecuentes destituciones de quienes no agachen la cabeza ante el poder de una minoría calificada, legal, pero ilegítimamente, como depositaria de la voluntad del pueblo.

Y para iniciados:

A ver, a ver. Una, Omar Taboada Nasser ya se presentó -nunca se supo ni cómo ni en qué momento- para la entrega/recepción de la dependencia que estuvo a su cargo. ¿Qué pasó con lo de los fertilizantes en las bodegas y el operativo de resguardo de la Fiscalía Anticorrupción? Dos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, ya dijo Claudia Sheinbaum, deberá ser investigado por las acusaciones en su contra ¿y su medio hermano, Ulises? Y tres, así nada más, José Antonio Ortiz Guarneros entregó un parque vehicular, a todas luces desvalijado y abandonado, como lo vimos en el reporte de Héctor Parra y Jorge Espíndola ¿y no pasará nada? Estaremos al pendiente de lo que respondan sobre sus correligionarios tanto Luisa María como Andy López, el próximo domingo, que vienen a Morelos. Atentos a al aplausómetro y… al abuchómetro.  

La información es PODER!!!

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