PERSPECTIVA, por Marcos Pineda Godoy

Resolver los problemas de México, acabando con la corrupción, fue la bandera electoral de Andrés Manuel López Obrador y ahora atribuye todos los logros que presume a lo largo de su gobierno a no haber permitido la corrupción.

En estos días, combatir la corrupción es el principal argumento para sustentar su iniciativa de reforma al Poder Judicial. A ver qué responde hoy, porque ya hasta el embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar, afirmó que la propuesta del presidente no servirá para combatir la corrupción y, encima de representar “una amenaza histórica para la relación comercial” entre ambos países, abre la posibilidad de “hacer más fácil que los cárteles y otros actores malignos se aprovechen de jueces inexpertos con motivaciones políticas”.

Revisemos un poco qué ha pasado acerca del combate a la corrupción en el sexenio de AMLO. Siempre que se ha tratado de su gente cercana, de mujeres u hombres pertenecientes a los altos círculos del morenismo, de los miembros de su gabinete o de gobernadores postulados por su partido, cuando han sido señalados o evidenciados, se han publicado pruebas documentales o testimoniales, el presidente ha salido a su defensa y expedita exoneración. Resalta la honestidad y la confianza que tiene por ellas o ellos y acusa politiquería, falta de pruebas, ataques de sus adversarios, se victimiza y demás, pero jamás se ha judicializado una carpeta de investigación contra alguna de estas personas.

Así, el exdirector de Segalmex, Ignacio Ovalle se encuentra libre toda sospecha presidencial por el desvío de recursos, superior a los quince mil millones de pesos, tres veces mayor al de la llamada “estafa maestra”. Manuel Bartlett, con toda la evidencia de su enorme enriquecimiento a la vista, sigue siendo consentido del presidente, en forma muy similar a Rocío Nahle, quien fracasó en el cumplimiento de los plazos y objetivos para lograr la suficiencia energética, pero que será gobernadora de Veracruz. Cuauhtémoc Blanco Bravo será diputado federal, pues nunca se fue a fondo para saber qué de verdad hay tras el “caso primavera”. Dos ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, designadas por AMLO, ocupan sus cargos bajo severos cuestionamientos y un desempeño que deja mucho que desear para el alto honor y la enorme responsabilidad que significa una investidura de esa naturaleza.

Todos estos casos y muchos más tienen que ver con la palabra clave de este sexenio: corrupción, que López Obrador prometió combatir, y que ha sostenido, en forma contradictoria, que “era el principal problema del país y que ya no se permite”, pero que sigue estando ahí y, quizá, bastante más fuerte que antes.

A menos que opte por callar nuevamente, hoy sí será importante e interesante ver qué responde al planteamiento del embajador Salazar quien, si bien lo hizo de manera respetuosa y puntual, significa el rechazo de la reforma, por parte del principal socio comercial de México, en sus términos actuales.

Andrés Manuel no puede simplemente salirse por la tangente diciendo que los asuntos de los mexicanos los debemos resolver los mexicanos y que no tenemos por qué aceptar el injerencismo norteamericano. Ese argumento carece de validez en este caso, pues México no está aislado del mundo y menos de los Estados Unidos que, como cualquier otra nación, tiene todo el derecho de procurar la certidumbre jurídica de sus inversiones en el extranjero, conforme a los tratados comerciales internacionales que usted me diga.

Finalmente, la promesa presidencial de no permitir la corrupción y garantizar el estado de derecho, para los norteamericanos -y para cualquier persona inteligente-, después de los ejemplos que mencionamos y las miles y miles de veces que ha quedado evidenciado, con sus mismas palabras, como un mentiroso consuetudinario, no es algo que dé ninguna tranquilidad, sino todo lo contrario.

Y para iniciados:

Las viudas de Marcelo harán acto de presencia hoy en Jardines de México. A querer o sin ganas, aceptaron apoyar a Claudia Sheinbaum, tras la derrota de Ebrard en la designación de la candidatura presidencial. Como la apuesta por la revancha en el 2030 todavía está muy lejos, de momento, están más preocupados por colarse en algún puesto dentro del gobierno, ya sea en el federal o en el estatal. A estas alturas, ya para ellos, lo que caiga es bueno. Eso sí, dos figuras clave en el gobierno que encabezará Margarita González Saravia tendrán hoy una gran oportunidad, que no deben desaprovechar: Víctor Sánchez Trujillo y Daniel Altafi Valladares, próximos secretarios de Economía y Turismo, respectivamente.

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