En este año, un 2024 con cifra récord de elecciones en el mundo, una vez más, el concepto de la democracia, sus alcances y las diferencias entre su teoría y la realidad, nuevamente están a prueba.

Casi una centena de países han tenido, o tendrán elecciones en los próximos meses. La mitad de ellas para elegir presidente y otras tantas para parlamentos, en sus diferentes tipos. Alrededor de, también la mitad de la población mundial, cerca de cuatro mil millones de personas, habrían tenido el derecho de votar para elegir a sus representantes populares, al culminar el mes de diciembre.

La vorágine electoral, el pragmatismo de la oferta de candidatos y partidos, la complejidad de las normas para los procesos electorales y la creciente, ya transversal polarización, han hecho que se pase por alto para qué es, o debería ser, la democracia, a la que llamamos representativa, como si solamente se tratara de elegir gobernantes y, listo, hasta ahí acabó la democracia.

Desde poco después de la primera mitad del siglo pasado, a partir de las movilizaciones sociales y las revoluciones de la década de los sesenta y hasta nuestros días, los científicos sociales han planteado los problemas de la democracia y las formas de poder superarlos. Conceptos como “gobernabilidad”, “gobernanza”, “democracia participativa”, “socialismo”, “socialdemocracia” y demás inundaron el vocabulario político, con la intención de mejorar la calidad de la representación política, que no ha logrado salir de una crisis identificada por un sinnúmero de los especialistas.

En términos generales, los políticos siguen siendo mayormente mal vistos y hasta repudiados. Casi, casi, como un mal necesario, porque así es el sistema, porque se considera, que así es la democracia. Los sistemas electorales también han entrado en crisis, incluso los de aquellos países que se concebían como los más estables y menos cuestionados. Ahí está el claro ejemplo de los Estados Unidos.

Yo identifico un problema sin resolver, ya planteado hace décadas, con un agregado: ¿Qué tipo de representación política es la que queremos y qué papel ha jugado la sociedad, en términos no electorales, para el control de los representantes que han sido electos? Por supuesto, eso es un trabajo académico, complejo y profundo, que va mucho más allá del estrecho concepto de la democracia como una mera y simple manera de elegir gobernantes, que llevará su tiempo.

Por lo pronto, comparto a usted el punto de partida. Ya se han estudiado y definido con detalle las formas de la representación política, particularmente a partir del trabajo de Hanna Pitkin. En suma, son: autorización, delegación, descriptiva, simbólica y, la del ideal que debería perseguir la democracia, la representación sustantiva.

Ya en otro momento las trataré con más detalle y ejemplos concretos. Por lo pronto, quiero dejar muy claro que, tras su estudio, tenemos una conclusión sobre todas ellas: Ningún tipo de representación política en una democracia otorga el derecho al representante electo por los votantes para hacer lo que le dé la gana, por encima de lo que efectivamente demanda la sociedad que le otorgó el mandato. Y, precisamente, en una democracia moderna, esto incluye a mayorías y minorías. Por ello, se requiere de controles no electorales, tema explicado por Saward, en 2009. Si un representante o un conjunto de representantes actúan sin tener que rendir cuentas a nadie, resultará ser sumamente cuestionable y podrá derivar en otros tipos de regímenes políticos. Como, digamos, Venezuela, uno de los autoritarismos competitivos que se han formado en América Latina, y de los que ahora estamos viendo las consecuencias. Ya abundaremos después en estos temas.

Y para iniciados:

Roberto “Chalo” Flores Zúñiga, presidente municipal relecto de Xochitepec, ayer degustó tamales. Nos cuentan que se la pasó muy bien. Eso sí, ni una palabra sobre las quejas que hay acerca del comportamiento de sus muchachitos y de los negocios privados que hacen a la sombra del poder. Como si las fotografías y los testimonios no fueran evidencia de que algo pasa en su municipio, el priista voltea la mirada hacia otro lado y no a las broncas en que lo está metiendo su director de Protección Ambiental. Hoy, en la tarde, tendremos más para usted al respecto.  

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