Candidatas, candidatos, equipos de campaña y partidos políticos están convencidos de que podrán lograr los votos necesarios para ganar la contienda del 2 de junio, a través de la movilización de su voto comprometido. Los menos competitivos, aunque como quimera, también albergan esperanzas de alzarse con la victoria la noche del domingo. Y puede que no falten quienes se declaren ganadores aun cuando las boletas no hayan sido terminadas de contar y, quizá, se lleven una nada grata sorpresa.
En la medida en que las campañas avanzaron, los números se fueron cerrando. Por eso, en nuestra encuesta más reciente, decidimos calcular los rangos en los que podría situarse la votación, tanto para la gubernatura como para el municipio de Cuernavaca, las joyas de la corona.
Lo anterior significa que cada candidata y candidato podría tener un mínimo y un máximo de votación a su favor, respectivamente, que dependerá principalmente de tres factores: el nivel de participación de los votantes -es decir, la cantidad de gente que acuda a las urnas-, la decisión que tomen los que llamamos indecisos o que no han querido manifestar con qué candidatura simpatizan y, sí también, la movilización de votos a su favor, ya sean por convencimiento, comprados o coaccionados de alguna u otra manera.
La votación efectiva, o sea, el resultado final de la elección, para lo cual se descuentan los votos nulos y el porcentaje de los que se abstuvieron de acudir a las casillas, tanto en el estado como en su capital, pinta para ser cerrado, pero con sus diferencias, en cada caso.
Siendo tres las candidatas a la gubernatura, pero solamente dos con posibilidades reales de ganar la contienda, la votación para Margarita González Saravia y para Lucía Meza Guzmán podría tener entre cinco y siete puntos de diferencia para la ganadora. De manera similar a como sucedería a nivelo nacional, si la participación de los electores es mayor, resulta más conveniente para el bloque opositor. Los votos duros del PAN, PRI, PRD y RSP resultan insuficientes para ganar la contienda. Mientras más gente acuda a depositar su voto, las probabilidades y la diferencia con la que podría ganar Lucy Meza sería mayor, incluso podría llegar a estar cerca del 50% de votos a su favor.
A Margarita González lo que más conviene es una menor participación electoral, para que los votos de su estructura partidaria, los de los beneficiarios de los programas sociales y los de los simpatizantes de la 4T sean suficientes para tener una ventaja mayor a los siete puntos. En concreto, si la participación electoral fuera baja, la ganadora sería Margarita.
Para el caso de Cuernavaca, no obstante que son cinco las candidaturas registradas, tres son los que están en la pelea: Joaquín Carpintero, Ale Flores y José Luis Urióstegui. En este caso, a quien conviene más una alta participación ciudadana es al primero, a Carpintero, porque podría capitalizar tanto el llamado voto de castigo hacia el actual gobierno municipal como los votos de quienes no concuerdan con la propuesta morenista, incluso hasta los votos de quienes se sintieron lastimados con los procesos internos de selección de candidatos.
Ale Flores tendría su fortaleza y probabilidades en la estructura y la marca partidaria, si logran movilizarlos. Y José Luis Urióstegui en el voto panista, de las clases medias y altas. La moneda sigue en el aire. En estos días los electores habrán de definir, primero, si van a votar y, segundo, por quién votarán. Ya estamos cerca del día D.
Y para iniciados:
Duro golpe para el panismo y el bloque opositor que haya sido sometido a prisión preventiva justificada el actual candidato a diputado federal, exgobernador y expresidente municipal de Cuernavaca, Sergio Estrada Cajigal. No existe ningún ordenamiento legal por el que tuviera que ser removido de la candidatura. Puede ser candidato estando preso en Quintana Roo. El problema estriba en cuál será el ánimo y la decisión del panismo local. No cayeron nada bien para los azules de cepa las declaraciones de condena a Sergio, quien por supuesto tiene derecho a ser considerado inocente hasta que haya una sentencia en firme, pero que ya está siendo víctima de una condena anticipada.
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