Los nervios al interior de los partidos y de sus candidatos se están tensando en estos últimos días de campaña. Unos y otros, oficialismo y bloque opositor, están haciendo todo cuanto pueden para ganar la elección del dos de junio, convencidos, cada uno, de que saldrán triunfadores en las urnas. Son varios los tiradores a los cargos, pero sólo una opción, respectivamente, habrá de alzarse con la victoria. Los electores, en la recta final de las campañas, hemos sido bombardeados de propaganda electoral, llegando a nuestros ojos y oídos tanto propuestas serias y bien pensadas, como denostaciones y falsedades. Si tendrán más influencia en la decisión de voto las campañas formales o la guerra sucia, solamente un estudio poselectoral, científica y técnicamente bien diseñado, nos lo podría revelar. Todo lo demás son meras especulaciones y opiniones más o menos fundamentadas, pero carentes de evidencia empírica para soportarlas.
Pero nunca, en toda la historia de los órganos electorales locales, ha sido destinado ni un pequeño presupuesto para hacer estudios de esta naturaleza y así saber por qué los electores decidieron como lo hayan hecho. Esos elementos, de carácter subjetivo, son los que están en juego en estos momentos, cuando los cierres de campaña -en Morelos- están por iniciar. Y no hay más. El elector tendrá que decidir entre el oficialismo encabezado por Morena o el bloque opositor. A Movimiento Ciudadano ya lo pueden dar por descartado para las posiciones más relevantes. Quizá llegue a tener alguna posibilidad en un distrito o municipio, pero en la carrera por la presidencia de la República, la gubernatura o la presidencia municipal de Cuernavaca está totalmente descartado.
Hoy el llamado que resuena es el del voto útil. Habría que preguntarse, ¿útil para quién o para qué? Ahí es donde la historia de más de setenta años del estudio del comportamiento electoral nos aporta elementos que los partidos y sus candidatos no tienen en cuenta, ya sea por ignorancia o por soberbia, pero no los consideran.
Los electores tomarán una decisión, habrán de elegir. Quienes ya decidieron su voto, sea por afinidad ideológica, simpatía partidaria o conveniencia personal, debido a que forman parte de los que esperan recibir una tajada del pastel del poder o de la administración pública, no son los que decidirán la elección. Serán el conjunto de los hoy indecisos y los que se han negado a manifestar sus preferencias, lo que se ha dado por llamar “voto oculto”.
Pero no lo harán en función de lo que conviene a los partidos o a los candidatos, sino por lo que consideran que conviene más para sí o para su entorno. Si el discurso de una candidata o candidato va en el sentido de pedir el voto útil para que “gane yo” y no “el otro”, se equivocan. Tendrían que pedir el voto útil por lo que más conviene a los electores, por lo que necesitan, lo que demandan y lo que aspiran.
Sin embargo, la soberbia instalada en ellos y en sus equipos, los intereses personales y de grupos, los enceguecen y pierden de vista que lo importante para el elector no es su triunfo o derrota, sino lo que se espera de uno o de otro desenlace del proceso electoral. Con todos sus defectos y virtudes, de candidatos y partidos, en primer plano deben estar los ciudadanos, no la pelea por el poder.
Entonces, si es el caso de usted, que está pensando en qué sentido podría ejercer un voto útil, lo invito a que razone, a que piense para qué o para quién será útil el voto que vaya a emitir, de este domingo en ocho.
Y para iniciados:
Mañana viene a Morelos Claudia Sheinbaum para un cierre de campaña doble. El propio en Morelos y el de las candidatas y candidatos de Morena. Ojo, de Morena, porque pedirá el voto en cascada para los de su partido, no para los demás, aunque sean sus aliados. Este cierre de campaña será significativo y revelador para las contiendas locales. Pondrá la vara para medir lo que hagan o dejen de hacer sus opositores, que cerrarán campañas después de Morena.
La información es PODER!!!