Vaya que hemos vivido tiempos novedosos. Caminos sin aparente salida. Decisiones salomónicas. No sabemos si sean las mejores o las peores. Pero son una realidad. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, como última instancia en materia electoral, sentenció ayer al todavía gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, a renunciar, no a pedir licencia, sino a separarse definitivamente de su cargo, si es que desea ser candidato a diputado federal plurinominal.
La discusión no fue nada sencilla. Originalmente, el magistrado, Felipe de la Mata, responsable de analizar el recurso de apelación, interpuesto por tres partidos -PAN, PRI y PRD- y proponer un proyecto de resolución, tenía la intención de desechar los agravios demandados y dar luz verde a la cuestionada candidatura.
A la hora de entrar al debate jurídico de fondo las opiniones se dividieron. Al final, los magistrados coincidieron en que subsistía el derecho de Cuauhtémoc Blanco a ser candidato, pero tendría que renunciar en forma inmediata, a pesar de la argumentación de la presidenta del colegiado, quien proponía invalidar de plano la postulación del mandatario local.
El acuerdo fue dar por válida la inscripción de Blanco Bravo como candidato, considerando que separarse de su cargo, contando el término de noventa días previos al de la elección, era una restricción, para evitar imparcialidad e inequidad en la contienda, pero no un requisito para inscribirse por la vía de la representación proporcional.
Tomando en cuenta que, en la cuarta circunscripción, por la que está registrado Cuauhtémoc en la lista de Morena, también se incluyen a los cinco distritos electorales federales de Morelos, se entiende, entonces, que la jurisdicción, en tanto ámbito legal y territorial, comprende, para el caso de la elección de diputados, por el principio de representación proporcional, a todas las entidades que conforman la llamada circunscripción.
Por lo tanto, así como para todos los demás funcionarios enunciados en el artículo 55 constitucional, se impone la restricción de separarse de su cargo, los magistrados consideraron que también aplica para Cuauhtémoc Blanco, no obstante que no fuera precisamente con los noventa días de anticipación al de la jornada electoral. Algo así como darle un chance, dicho coloquialmente.
El caso es que ya ordenaron a Cuauhtémoc Blanco dejar la gubernatura y, con ello, el fuero que lo protege, o bien, permanecer en el cargo de gobernador y perder el fuero al momento de culminar su periodo de gobierno. El plazo para que tome su decisión comienza a correr a partir de que sea notificado formalmente, muy probablemente el día de hoy. Sabremos, en menos de cuatro días cuál es la decisión que tomará, porque después de eso podría ser impugnado por desacato.
El fondo, el verdadero fondo para la sociedad morelense, es saber si una vez sin fuero, las carpetas de investigación contra Blanco Bravo serán judicializadas. La inesperada determinación de la Sala Superior del Tribunal abre la posibilidad de que eso sucediera, en los próximos meses o ya habiendo entrado en funciones la nueva administración estatal.
Y la duda, la gran duda, es si Cuauhtémoc Blanco será llevado o no a tribunales por las graves acusaciones que se le imputan, claro, junto con quienes la justicia determine si fueron sus cómplices y en qué grado de responsabilidad.
Y para iniciados:
No se necesita ninguna bola mágica para prever que, si Cuauhtémoc Blanco se va, y si su hermano, Ulises, no logra una candidatura, la campaña de Margarita González Saravia, a la gubernatura del estado, podría beneficiarse dejando atrás la pesada carga de puntos negativos que entre ambos acumulan. La resolución del Tribunal traerá consecuencias más allá de las que afectan directamente al gobernador, también podrá tener efectos en las campañas electorales y sus resultados.
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