Las encuestas preelectorales son instrumentos útiles no sólo para saber cuál es el ánimo de los electores con respecto a los partidos y sus candidatos, en un tiempo y espacio determinados. Sirven para mucho más que eso.
Con los resultados de las encuestas prelectorales, si se conocen a fondo las técnicas para hacer análisis descriptivos e inferenciales, se pueden hacer análisis para el diseño de estrategias efectivas, fundamentadas en la evidencia empírica, en lo que se observa en la realidad y no únicamente en las experiencias u opiniones de unos cuantos individuos quienes, por reconocidos y leales que sean, no son infalibles ni portadores de verdades absolutas.
¿Por qué cree usted que Andrés Manuel López Obrador, desde los inicios de su carrera política, no toma decisiones de carácter electoral, sin antes haber revisado los resultados y los análisis que los expertos aportan, de las encuestas que manda hacer y las que estén a su alcance, aunque no sean propias, pero sí sean confiables?
Como cualquiera que sí sabe sacar provecho a este instrumento -práctico y pragmático- López Obrador confía más en los números que en las opiniones o puntos de vista de cualquiera de sus colaboradores, cuando se trata de lograr un objetivo en el terreno de la competencia política.
Voy a poner un ejemplo que para muchos quizá pasó desapercibido. Poco antes de que Andrés Manuel diera inicio a la competencia por la sucesión presidencial al interior de Morena, ya tenía resultados sobre las preferencias de los electores con relación a quienes denominó “corcholatas”, que propondría para participar en las encuestas, enfocadas a designar a la candidata presidencial.
Sí. Su objetivo era que Claudia Sheinbaum fuera designada como candidata presidencial. Pero los resultados de las encuestas encendieron una alerta. La entonces secretaria de Economía, Tatiana Clouthier Carrillo, quien por esas fechas fue vista en Palacio Nacional mucho más de lo usual para una secretaria de Estado, podría convertirse en un obstáculo para su favorita. Tatiana tenía probabilidades de ganar en las encuestas.
Ese era un riesgo que no podía permitirse. Por lo tanto, de una manera pactada en forma tan fina como discreta, la secretaria renunció a su cargo y se apartó de la vida pública por un tiempo, hasta que pasara el proceso interno, fuera nombrada Claudia Sheinbaum y ya luego Tatiana fue reincorporada, como vocera de la ahora candidata presidencial.
Marcelo Ebrard también representaba un riesgo, pero no del nivel de Tatiana. Las encuestas, propias y ajenas, siempre mostraron una mayor preferencia por la que fuera jefa de gobierno de la Ciudad de México, cuando se comparaba con Marcelo.
Y si quiere otros ejemplos, vea lo que ocurrió en los estados de la República donde habrán de elegirse gobernadores. Todo se calculó para que finalmente fueran asignadas las candidaturas a las personas que contaban con el respaldo del presidente, aunque no necesariamente tuvieran a su favor las mayores preferencias entre los electores.
Ya para las contiendas constitucionales la estrategia se diseña aparte.
Y para iniciados:
Mario Rojas Alba, médico cirujano, socialmente reconocido y respetado, en representación de militantes y simpatizantes morenistas, que hasta pidieron conservar su identidad en el anonimato por temor a represalias, manifestó su inconformidad por la designación de Cuauhtémoc Blanco Bravo, todavía gobernador de Morelos, como candidato a diputado federal plurinominal, en una posición privilegiada, que asegura fuero para tres años, sin que cuente con los requisitos que se exigieron a otros aspirantes. Blanco Bravo, ni se inscribió en tiempo y forma para concursar, ni cuenta con los cursos de capacitación política estipulados en el estatuto morenista, además de que el cuento de la tómbola, nadie se lo cree, reprochó Rojas Alba.
Si sumamos esto a la operación que encabeza Samuel Sotelo Salgado, por cuenta propia, para lograr que el actual gobernador se separe definitivamente del cargo, podríamos pensar que la decisión para Cuauhtémoc se complica. Sin embargo, también nos queda claro que recibirá todo el respaldo posible, desde Palacio Nacional, para sentarse en la curul, el próximo primero de septiembre.
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