PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

En la política morelense, quienes han destacado, pocas veces trascendiendo a su época y las más por tiempos acotados, provienen de esfuerzos individuales y no por el trabajo en equipo. En otras palabras, se ha vivido más una política de las personalidades que de grupos políticos.

Estas personalidades logran ejercer ciertos liderazgos transitorios, regularmente cobijados, protegidos, por alguna figura de suma importancia en la política nacional. A diferencia de grupos políticos, como el famosísimo “Grupo Atlacomulco”, que desde el estado de México tuvo por varias décadas el control político en el estado de México y ejerció una poderosa influencia a nivel nacional, apoyando proyectos individuales como equipo, las personalidades políticas en Morelos han librado batallas entre ellos mismos para arrebatarse el poder.

Una vez que llegan a la cima, es decir, al poder estatal, duran no más que un sexenio y se produce una recurrente reconfiguración de fuerzas. Si bien eso puede ser interpretado como una bondad de la democracia, que permite el relevo no sólo de personas, sino de proyectos de Estado, también ha dado la oportunidad de que se produzcan fenómenos difíciles de entender, como lo ha sido el paso de Cuauhtémoc Blanco Bravo por la entidad.

De no tener ni domicilio en Cuernavaca, el ex ídolo del fútbol aprovechó eso que mencionamos como una batalla entre las personalidades políticas -dicho de otra manera, las traiciones entre unos y otros- para escalar de la presidencia municipal capitalina a la gubernatura. Entendió que la política en Morelos no es de sumas y trabajo coordinado, sino de traiciones.

Nadie puede culpar a Blanco Bravo de haber aplicado la sentencia atribuida a uno de los fundadores de la iglesia católica, Ambrosio de Milán, que dice: “A la tierra que fueres haz lo que vieres.” Si desde el mismo momento en que fue contratado para ser candidato a presidente municipal vio que acá eran capaces no sólo de traerlo y pagarle, sino hasta de armar los documentos con los que pudiera registrarse para competir, que muchas de estas personalidades políticas con las que hizo acuerdos no cumplían su palabra, ¿quién lo puede culpar por hacer lo mismo para lograr sus propósitos?

Sin embargo, como la historia siempre se repite, y decía Marx, “unas veces como tragedia y otras como comedia”, tendría irremediablemente que llegar el momento de entregar el poder a quien logre arrebatárselo. Correr un destino similar al de sus antecesores, quienes fueron personalidades políticas, y como él, tuvieron más empleados que seguidores.

Ahora que su carrera política en Morelos y, quizá a nivel nacional, se acerca a su fin, porque una curul federal puede significar tanto fuero como ostracismo, y que muy probablemente en los próximos días veamos cómo gente cercana a él y a su hermano optan por candidaturas en partidos políticos que harán un hueco más al proyecto de la 4T en lo local, la batalla de las personalidades volverá a reconfigurar las fuerzas al interior de Morelos.

Como no hay grupos, sino personalidades, en menos de un mes, a más tardar el 15 de marzo, ya veremos quiénes se fueron para qué lado.

Y para iniciados:

Nos comentan que la molestia entre los cercanos a los hermanos Blanco Bravo está creciendo. La cúpula de Morena los está dejando fuera de las postulaciones a las que aspiraban. Cuauhtémoc tuvo que conformarse con la diputación federal. Ahora está en juego ¿qué será de su hermano Ulises Bravo? Tendría que correr con mucha suerte si de verdad llevan a cabo el sorteo por tómbola para salir en el primer lugar de las plurinominales locales, o recibir una ayudadita, que sería muy mal vista al interior de Morena. Si Ulises Bravo es designado como candidato plurinominal local sería otra carga de negativos para el proyecto de Andrés Manuel y de Margarita.  

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