PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

Ayer a la medianoche finalizó el periodo dispuesto en la Convocatoria de Morena para el registro de quienes pretendan postularse para las diputaciones locales, presidencias municipales, sindicaturas y regidurías. Las inscripciones para las diputaciones federales terminaron el 3 de noviembre y está por salir la convocatoria para los senadores de los nueve estados donde habrá elecciones concurrentes con las de gobernadores.

Las convocatorias para los diferentes cargos de elección popular que estarán en juego el próximo año guardan muchas similitudes entre sí. Contienen las mismas prohibiciones a los aspirantes de no llevar a cabo campañas dispendiosas, como la pinta de bardas, lonas, espectaculares y demás, deslindarse cuando se percaten que alguien las estuviese haciendo, no hacer uso de recursos públicos de ninguna índole, ni coacción, y abstenerse de hacer acusaciones públicas contra el partido, sus dirigentes u otros aspirantes o protagonistas políticos.

También estipula que de haber más de un precandidato y hasta cuatro, por cada uno de los cargos en cuestión, se llevarán a cabo encuestas, de reconocimiento y preferencia, acorde a como se llevó a cabo para la designación de las candidaturas a los gobiernos estatales.

Igualmente, al final de cuentas, también establecen que la decisión última estará en manos de la dirigencia nacional. O sea, estará completamente centralizado el proceso para la designación de candidatos y, quien sea, aunque haya ganado de calle las encuestas, podría ser excluido por la Comisión de Honestidad y Justicia o bien sustituido por las reglas de género o las acciones afirmativas, según el caso.

La principal diferencia de esta convocatoria con las federales es que aquí no se estableció la prohibición de participar a quienes hayan sido postulados por otros partidos en las pasadas elecciones.

Si pensábamos que el PRI, en su época de esplendor, había sido un partido que centralizaba la definición de candidaturas, Morena lo rebasó. No solamente centralizará la designación de sus candidatos, sino también las de sus partidos aliados, lo que se traduce en un escenario de muchas complicaciones para acuerdos o conciliaciones y, a la vez, muy propicio para las imposiciones, entre el otorgamiento de la calidad de instrumento democrático a las encuestas y las decisiones cupulares, por encima de todo.

En el PRI, dejaban a sus órganos estatales la facultad para designar candidatos distritales locales y municipales, y en el Comité Nacional daban el visto bueno. Algo similar pasa en el PAN. Pero en el caso de Morena, ni a sus partidos aliados les dan la oportunidad siquiera de manifestar públicamente las inconformidades que pudieran producirse.

Los nombres de quienes se registraron están comenzando a conocerse por publicaciones o mensajes en las redes sociales, pero la batalla ya comenzó. El 3 de enero sabremos quiénes quedan como precandidatos y a más tardar el 15 de marzo se sabrán los de los ungidos para ser postulados y competir en la constitucional.

Y para iniciados:

Mujeres y hombres aspirantes deberán estar muy en alerta. No vaya a suceder como con las designaciones de candidatas y candidatos a gobernadores, a cuyos aspirantes mantuvieron en vilo casi un mes, cuando las encuestas ya estaban hechas, muchas decisiones ya tomadas y muy poco margen para las negociaciones que pudieran haberse efectuado. Claro que ahí había una opinión superior que dirigió todo el proceso: la del presidente de la República. Y acá, lo interesante sería saber a quiénes encomendaron la operación real en cada estado de la República.

La información es PODER!!!

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