La posición ideológica, las bases filosóficas y científicas en que se sustenta el proceder de un jefe de Estado no son como para tomarse a la ligera, pues de ellos depende la orientación de las decisiones que tendrán necesariamente consecuencias para el pueblo al cual gobierna.
El día de ayer el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, respondiendo a una pregunta en su mañanera, señaló que no es un hombre de lo que llamó la “izquierda tradicional” y hasta se manifestó en desacuerdo con los postulados de la economía política marxista. Dijo que él se guía por el “juicio práctico” y el pensamiento de los héroes de la historia nacional.
Al margen de su explícita ignorancia acerca de la obra cumbre de Carlos Marx, El Capital, cuyo subtítulo es precisamente “Crítica de la Economía Política”, de la acumulación originaria contenida en el capítulo 24 y de los múltiples desarrollos de la teoría económica, como los de Eric Hobsbawm, sobre el “Modo de Producción Asiático”, variante histórica del “Modo de Producción Capitalista” en las sociedades industriales, donde queda mejor explicado el devenir de economías como la mexicana, es otro el tema que hoy me ocupa: el uso del concepto de “juicio práctico”.
Los autores que han tratado con mayor profundidad el “juicio práctico” y de quienes se desprenden sus posteriores utilidades filosóficas son, en orden histórico: Aristóteles, Tomás de Aquino y Emmanuelle Kant. En suma, puede referirse a la acción o idoneidad aristotélica, a la razón práctica kantiana o al juicio ético, autoconstituido moralmente, según Tomás.
López Obrador no especificó a cuál “juicio práctico” hizo alusión. Aunque eso también sale sobrando cuando complementa diciendo que su filosofía es la de Hidalgo, Morelos, Madero, Carranza y Lázaro Cárdenas, habiendo anticipado que rechaza los postulados de izquierda y derecha a los que denomina dogmas. Acepta el libre marcado y tiene una simplista concepción del modelo neoliberal que, agotado y con todos sus perniciosos efectos, sigue protegiendo al no tener nada real con qué sustituirlo, pues la economía moral de AMLO y su juicio práctico son puras vaciladas.
Como decimos los mexicanos, en tanto “choro mareador”, como demagogia para apantallar a los más vulnerables funciona de maravilla. Pero, con independencia de los títulos o grados académicos, quien haya estudiado un poco de economía y filosofía se dará cuenta de que López Obrador se desmarcó de la izquierda y de cualquier otra corriente de pensamiento. Apuesta a la propia, a su razón y a su moral. Me recordó a los discursos de Adolfo Hitler, con los que hizo creer a todo un pueblo, a través de la incesante repetición que él era el depositario de una herencia histórica y divina, un mesías, pues.
Y para iniciados
Recibí comentarios sobre mi colaboración de ayer que, por supuesto, agradezco mucho. Me hicieron ver que me quedé muy corto al señalar que el apoyo de AMLO a Cuauhtémoc Blanco estaba fuera de lugar y era contradictorio. Más que eso, representó una burla que vino a hacer el presidente en las narices de los morelenses. Se burló de la inconformidad del pueblo, desestimó los reclamos de una sociedad que está cansada y se siente impotente ante la inseguridad, la mentira y el saqueo, el nepotismo y la corrupción. Pero, bueno, el presidente se basa en su “juicio práctico” para seguir apoyando al ex ídolo del fútbol, para seguir contando con algunos votos en otros lados y por ahí, con más cash, que para ellos nunca está de sobra. O sea, puro juicio práctico.
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