Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda
Referirse al sistema de partidos en México, anterior a la creación del Instituto Federal Electoral, ahora Instituto Nacional del mismo ramo, como si se tratara de épocas mejores, en las que había orden e institucionalidad, cuando las directrices estaban bien señaladas y se respetaba a las máximas figuras nacionales, como el presidente, el ejército y la iglesia católica, no es otra cosa que añorar un sistema político hegemónico y autoritario.
La lucha contra el engaño, la mentira y la demagogia con que se fueron construyendo las bases para el sostenimiento en el poder, de lo que conocimos como la familia revolucionaria, es decir, las élites herederas de un gobierno que ganaron los militares en la lucha revolucionaria, de principios del siglo XX, costó no sólo mucho tiempo y esfuerzo, sino muchas vidas y sacrificios.
Sin restar tampoco mérito a los aciertos que tuvieron en su momento los presidentes en turno, por los cuales se echaron a andar instituciones que, desde entonces y hasta nuestros días, han sido fundamentales para el pueblo, en la redistribución de la riqueza y en la protección de los derechos fundamentales de las y los ciudadanos, aunque en muchas ocasiones hayan sido mal administradas, saqueadas o vendidas, para beneficio de unos cuantos, como por ejemplo PEMEX, la CFE, Altos Hornos de México y Teléfonos Mexicanos, en el terreno político y electoral la historia ha sido diferente.
Aunque las reformas al sistema electoral y de partidos se nos fueron presentando como avances democráticos, producto de las férreas convicciones y la decidida firmeza de los presidentes de México, por hacer de nuestro país una mejor Nación, la verdad es muy lejana a esa historia oficial. Cada vez que reformaron las leyes, ya bien para suavizar el verticalismo presidencial o para permitir avances en el respeto al voto, para incorporar opciones de representación política de las minorías o controles para impedir el uso indebido del poder del Estado en los resultados electorales, fue porque el sistema no daba para más y temían que el hartazgo popular y la ingobernabilidad se desbordaran y se produjera una revuelta que podría tener alcances muy violentos.
Les aterraba la idea de una nueva revolución que fuera apoyada por los militares, que los grupos guerrilleros cobraran fuerza, se expandieran y ganaran respaldo popular y que la iglesia, animada por sus deseos de recobrar sus fueros y privilegios, azuzara al pueblo contra el gobierno. Así que hicieron todo lo posible para generar cambios que redujeran la presión al interior y exterior del país, cuidando de no tocar, sino al contrario, proteger el espíritu del sistema, basado en la supremacía presidencial y el papel preponderante del ejército y de la iglesia mayoritaria, para mantenerse en el poder.
Poco a poco, las tres instituciones referidas también fueron sufriendo un profundo desgaste. Los presidentes, desde Miguel de la Madrid, dejaron de ser figuras del todo intocables y sus discursos, en los informes anuales de gobierno, se volvieron insuficientes para sostener que el país iba por buen rumbo y que la gente les creyera, porque en contra de los discursos triunfalistas y prometedores de los presidentes, se alzaban el deterioro económico de las grandes masas, el crecimiento de la delincuencia organizada, que se magnificó al mismo tiempo dentro del gobierno como entre las mafias de narcotraficantes, la corrupción y el tráfico de influencias, que no solamente no se combatió sino se alentó, de manera solapada desde el régimen.
En suma, aunque el sistema electoral y de partidos ha sufrido modificaciones de fondo, el sistema político sigue asentado en las mismas bases, nada más que ahora, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, la supremacía presidencial, el papel preponderante del ejército y el acuerdo, ahora con diferentes iglesias, han cobrado un impulso parecido al que tuvieron hacia finales de la Revolución. No le es suficiente un informe anual para que el pueblo crea que vamos bien, por eso ha optado porque sea diario, en las mañaneras y en las giras. Y ya hoy regresó a encabezarlas. Enhorabuena por el restablecimiento de su salud. El problema es que la realidad lo sigue rebasando y no le creemos que el país va bien.
Y para iniciados
A propósito de informes, el multipremiado con el último lugar en el ranking de los peores gobernadores del país, Cuauhtémoc Blanco Bravo, rendirá su informe virtual el próximo viernes. Me llamó mucho la atención que en una publicidad pagada en redes sociales, a través de un portal informativo, que por cierto tiene contrato de publicidad con el actual gobierno (o sea, recibe chayote, pues), después de sacar un porcentaje de reacciones y cometarios observamos que, al momento de la última revisión hoy muy temprano, acumulaba 673 risas, 592 me gusta (más de 90% de ellos bots, que ni foto real de perfil tienen), 210 me enoja, 26 reacciones de sorpresa, 10 me encanta, 10 de tristeza y 4 de me importa, en tanto de los comentarios, el 95% fueron severas críticas, señalamientos, ironías y burlas a la gestión del ex ídolo del fútbol. Parece que la publicidad en vez de ayudarle puso más en evidencia su pésima gestión de gobierno, que ya sabemos tendrá efectos electorales.
Excelente inicio fin de semana.
La información es PODER!!!