Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda

Los cargos de representación popular más polémicos, controvertidos y disputados son los de representación proporcional, esos a los que llamamos plurinominales. Unas veces, esas posiciones son reservadas a los miembros o simpatizantes de los partidos políticos que se consideran, por su perfil, su preparación o sus méritos deben ser parte de los cuerpos legislativos. Otras veces, son parte de acuerdos cupulares a los que hemos denominado cuotas y cotos de poder, es decir, espacios destinados a cumplir con compromisos políticos. Y otras veces, son burdos intercambios comerciales, en otras palabras, la entrega de posiciones a cambio, particularmente de dinero, o bien de algún otro beneficio en especie, entre los que se distinguen los bienes inmuebles, los automóviles y las joyas. Por supuesto que, estos últimos, son los más disimulados, negados públicamente y escondidos formalmente.
Hay dos principios bajo los que se puede regir la elección de los representantes populares. Uno, el de la mayoría relativa y, el otro, el de la representación proporcional. El primero, el de mayoría, es el de la elección directa, en el que se vota por los candidatos que participen y el triunfo se otorga a quien haya obtenido la mayoría de los votos, así sea por un solo voto. Es una elección del “todo o nada”, porque el que gana, gana todo, y el que pierde, pierde todo. En el segundo, el de representación proporcional, las posiciones en juego se reparten de acuerdo con la cantidad de votos que hayan obtenido los diferentes partidos políticos, a partir de las listas de candidatos que hayan presentado para competir.
Hay países en el mundo que basan su sistema electoral puramente en el principio de mayoría relativa, como los Estados Unidos de Norteamérica y otros que son únicamente de representación proporcional, como España, por ejemplo. Ambos, con todo y los defectos que se le pueda señalar a su funcionamiento en la práctica, son considerados países con democracias consolidadas. México, en cambio, tiene un sistema electoral mixto. Parte de las elecciones son bajo el principio de mayoría relativa y parte es de representación proporcional.
Hay muchos mitos y falsedades en torno a la elección de los plurinominales. Uno de ellos es que los plurinominales carecen de legitimidad porque nadie votó por ellos. Eso es falso. Si esa idea fuera cierta, tendríamos que decir que nadie votó por los representantes populares de España y, por tanto, su gobierno completo carece de legitimidad, ya que allá las elecciones son, cien por ciento, bajo el principio de listas de candidatos plurinominales. No, no es así. También los plurinominales son electos por el pueblo, nada más que su elección se basa en un sistema diferente al de mayoría, es a través de los votos que deposita el elector por los partidos políticos y se distribuyen las posiciones según la cantidad de votos que cada uno haya obtenido. Y eso nos lleva a otro mito, el de que los plurinominales no representan a nadie. También es falso, porque los plurinominales cumplen la función de representar a los grupos sociales minoritarios que, si bien no tienen la suficiente fuerza electoral para ganar por mayoría, sí reúnen votos suficientes para tener el derecho a ocupar espacios en los que se represente a esas minorías y no sea solamente el partido mayoritario el que se encuentre representado en los congresos.
El sistema electoral mexicano ha evolucionado, desde la reforma política de 1977, cuando se inauguró la figura de los diputados de partido, que comenzaron a ser electos a través de una lista que presentaban los institutos políticos y permitió que los partidos minoritarios contaran con diputados en el Congreso de la Unión, hasta ahora que el principio se ha extendido incluso al Senado de la República, pues 32 de los 128 senadores, son electos con base en el principio de representación proporcional. Si la representación proporcional en el Senado desequilibra el Pacto Federal ya es parte de otra discusión de fondo.
Lo cierto es que, hoy por hoy, seguiremos viendo cómo partidos y personajes disputan por las plurinominales como medio para llegar al poder, aunque las circunstancias particulares de cada elección hacen que no necesariamente sean las posiciones más cómodas para obtener un cargo de representación o bien que sean boletos seguros para llegar a esos cargos. Esa disputa ya está en proceso y veremos pronto quiénes y en qué circunstancias irán como candidatos en esas listas de plurinominales.
Y para iniciados
Ya se terminaron legalmente las precampañas. Los aspirantes tienen un plazo, que vence en dos días, para retirar su propaganda o tendrá que hacerlo la autoridad electoral, con cargo a las prerrogativas de los partidos y la expedición de las multas a que haya lugar. Pero ya en pasadas elecciones vimos que se han vuelto muy hábiles para darle la vuelta a la ley y seguir promocionándose. ¿Y saben qué candidatos son los que más están dispuestos a hacer lo que sea para hacerse conocidos y ganarse el visto bueno de los ciudadanos? Pues los que saben que la gente los conoce poco y no los ven con buenos ojos. En lo particular, Jorge Argüelles debe estar desesperado, ya que en su precampaña ha tenido que navegar a contracorriente, no solo por carecer del respaldo de los morenistas locales, sino que tampoco ha logrado permear entre la sociedad cuernavaquense, haciendo enormes y evidentes gastos, que más que posicionarlo podrían llevarlo a verse como un candidato que apuesta al poder del dinero. Y ya vimos, en elecciones anteriores, que un candidato derrochador no les gusta a los electores y no necesariamente logra ganar en las urnas.
Excelente jueves.
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