Francisco Hurtado Delgado

Los partidos políticos no deben usar personajes populares sin experiencia política, ni de gobierno con el fin de mantener su registro, mucho menos para ganar un cargo; este fenómeno de simulación lesiona a nuestro sistema democrático, porque no es para beneficiar al pueblo, sino para conquistar el poder como un interés personal o de grupo. Los perversos de la política creen que ser famoso como: deportista, modelo, actor, comediante, conductor, cantante, por solo este hecho ya es garantía de ser un buen funcionario público, pues claro que no, pero sí, les brinda mayores oportunidades de triunfo en una contienda electoral.

La autodeterminación con la que gozan los partidos políticos, sujetos a sus diversos y respectivos estatutos, les ofrecen la libertad de elegir interna y libremente a sus candidatos y candidatas. El objeto que deben cumplir las y los postulados de los partidos políticos, es la de articular las demandas de la sociedad, presentar programas y definir políticas de gobierno previo a una elección, más una serie de valores axiológicos intrínsecos.

Analizando el Código Penal Federal, encontramos que un servidor público es toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en la Administración Pública y que opera con recursos económicos públicos. En consecuencia, los servidores públicos procedentes del voto popular, deben tener categóricamente un perfil ético, moral, honesto y profesional, para poder tener la capacidad de ejercer estos cargos de elección con todo el sentido de responsabilidad al asumir el cargo.

Se hace patente y se anticipa el respeto y reconocimiento a cada profesión, vocación y actividad a la que nos dedicamos, sin embargo, debemos ser conscientes y responsables, especialmente, los partidos políticos al proponer candidaturas con personas sin compromiso social y con ignorancia plena del significado amplio del concepto que entraña ser servidor público; y por otra parte, a las personas que aceptan candidaturas sin saber el sentido y vocación de servicio, de responsabilidad y conocimiento que tiene en esencia el cargo o lo hacen por el solo hecho de tener el poder y riqueza económica, ignorando el daño que la hacen a la sociedad y a nuestra democracia.

Finalmente, no puedo dejar de señalar, que es denigrante intentar convertir en un “circo” a nuestra democracia con tal de obtener el poder. Es por ello que resalta, que está en nuestras manos como último filtro, rescatar la democracia este 6 de junio, en donde acudiremos a votar y elegir a los mejores candidatos y candidatas con el mejor perfil y no a simuladores de la política.

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