Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda
Pocos son los políticos que, a lo largo de toda su vida, demuestran congruencia, principios y valores. La mayoría tiende a seguir las tradiciones que instauraron sus antecesores. Dicen lo que la gente quiere escuchar, dan para recibir el apoyo popular. No tienen el menor escrúpulo a la hora de salir, ya bien a la caza de sus adversarios o a la defensa de sus intereses. Y en la práctica, en la realidad, fuera de la escenografía montada para cubrir las apariencias, en lo que hemos dado en llamar el escenario electoral, sus verdaderos rostros se asoman, a veces a parcialidades, pero se dejan notar.
Las tragedias, tratándose de cualquier tipo de calamidad padecida por el ser humano, han sido aprovechadas por los políticos, siempre a su favor. Han tomado como bandera las causas más nobles de las sociedades vapuleadas por la miseria o la desgracia, aliándose entre ellos, sin importar sus pasados deshonrosos, para tomar el poder o aferrarse al mismo, si ya lo obtuvieron.
Eso lo vimos en la construcción del imperio romano, con Julio César inaugurando las políticas asistencialistas de dar pan y circo a los pobres, así como el perdón a los poderosos que no se opusieran a su mandato. En Napoleón Bonaparte y en Adolfo Hitler vimos a líderes militares, carismáticos políticos, arrastrando consigo a sus pueblos, a sus sueños de poder y ambición, prometiendo una grandeza y superioridad, más bien, muy cercana a la locura. Y podemos mencionar a muchos, pero muchos más, antiguos y contemporáneos, lejanos y de nuestras tierras, desde un Porfirio Díaz hasta un Donald Trump, un José Stalin o un Fidel Castro, un Hugo Chávez o un Benito Mussolini. Entre ellos hay muchas diferencias, pero también un denominador común: llegaron al poder y se mantuvieron en él, engañando a sus pueblos y sometiendo o aniquilando a sus enemigos. Usaron las causas del pueblo a favor de su poder personal.
Hoy la causa más sentida, junto con la de la lucha contra la miseria en que se hayan decenas de millones de mexicanos, es la batalla para vencer a la COVID-19. En forma independiente a su costo en dólares, las vacunas se han vuelto mercancías preciadas, los gobiernos del mundo, los productores y comercializadores de las vacunas libran una lucha por su obtención, con diferentes fines. Unos animados por el espíritu humanitario y otros por el lucrativo. El capitalismo y la supervivencia de la humanidad siguen caminando de la mano. Y ni todos los esfuerzos e influencia de los gobiernos de las naciones pueden más que las relaciones comerciales para su venta y distribución.
Todo apunta a que las vacunas llegarán a México. Quizá no en las cantidades y con la celeridad que nos prometió el gobierno, pero llegarán. Y en su mayoría comenzarán a ser aplicadas en pleno proceso electoral. Por supuesto, el gobierno actual y su presidente no lo planearon así, pero peca de inocente quien no quiera ver que la vacuna contra el virus también es y será utilizada por los personeros del régimen, en un intento por vacunar electoralmente a este gobierno, de sus desatinos, necedades, incapacidades, su culto al líder y su centralismo antidemocrático.
Y para iniciados
Para muestra un botón: Las vacunas en México siempre han sido gratuitas y, en todos los casos en que médicamente así ha sido indicado, también han sido universales. La insistencia en que el gobierno de López Obrador dará de manera gratuita y universal la vacuna contra la COVID no es más que propaganda barata. Las críticas al desempeño del presidente y sus colaboradores están más que fundamentadas, no sólo en el tema de la pandemia, no obstante, parafraseando el viejo refrán, podríamos decir que: no hay peor chairo que aquel que no quiere ver.
Excelente inicio de la última semana de este año.
La información es PODER!!!