Por Jorge Meade Ocaranza

En el 2018, nuestro país vivió un proceso electoral que abrió las puertas al entonces opositor Andrés Manuel López Obrador, para asumir el cargo político más importante para los mexicanos; después de 18 años, ganó la presidencia de México.
La historia registra desde el año 2006, el desconocimiento de López Obrador a los resultados electorales. Es decir, descalificó y cuestionó todo, incluso se definió junto con sus partidos aliados como el presidente legitimo.
López Obrador siempre declaró que los procesos no eran limpios, su molestia y modos para protestar rebasaron toda forma política; su enojo después de cada proceso fue acumulando resentimientos, (incluso puso en duda en su conjunto al régimen político y sus instituciones). El reclamo de una victoria que le fue arrebatada era permanente y tuvo libertad absoluta para insultar a todos, reclamar y señalarlos con calificativos (muchas veces hasta ofensivos) y aún así se le respetó y escuchó, nunca paró de hacerlo y la prudencia nunca lo acompañó, incluso recurrió a mecanismos ilegales y de movilizaciones para dejarse ver. Aún con eso, los gobiernos que él condenaba le respetaban.
Las coaliciones y alianzas son mecanismos democráticos que las normas electorales permiten a los partidos políticos, producto de la modificaciones a la Ley que regula la lucha electoral por el poder. Esto, para la conformación del Congreso y otros espacios políticos en un sistema de partidos.
En las elecciones del 2021, definidas como las más importantes en la historia política de México, alcanzar la mayoría en la representación de la Cámara de Diputados Federal, es una prioridad para las distintas fuerzas políticas y para el Presidente, (según lo ha mostrado), y pasó de una necesidad y aspiración política de un mandatario, a una obsesión personal.
Tal parece que después del triunfo en el 2018, Andrés Manuel pensó que era para siempre y hoy por sus actitudes, parece que no le gusta y desea evitar una disputa real por el poder; es claro que el no quiere la competitividad,
por el contrario, otras fuerzas políticas se unen para poner un alto a los constantes excesos en el ejercicio del poder del Presidente, que han provocado enfrentamientos y conflictos propiciados por el voluntarismo presidencial que vulnera todas las mañanas (y sin limitaciones) las instituciones, programas y políticas públicas construidas por varias generaciones en distintos gobiernos.
Las elecciones del 2021 para renovar el Congreso Federal, gobernaturas, congresos locales y ayuntamientos, pondrán en evidencia los resultados del gobierno de la 4T, de MORENA y eso lo sabe el presidente. Los triunfos del PRI en Coahuila e Hidalgo lo alertaron y se dio cuenta de lo vulnerable que es y que la población con su voto no le dio un cheque en blanco.
Alejandro Moreno, el presidente del PRI lo definió bien: un presidente bien evaluado, pero con un gobierno y funcionarios con malos resultados.
En el 2021, el presidente no quiere competencia, quiere alcanzar la mayoría en el Congreso en condiciones de ventaja; sabe que no va en la boleta electoral; que su creación MORENA no es capaz de gobernarse por sí mismo, (incluso impuso a su presidente), que está conformado con grupos, actores y corrientes políticas en su mayoría sin convicciones, sin formación y compromiso más que con ellos mismos, que no saben consensar, solo imponerse unos a otros.
Ante este escenario, «Las Mañaneras», se convertirán y seguirán desvirtuándose de un mecanismo informativo a uno de propaganda política a favor de MORENA, en un uso y abuso del poder.
Por otro lado, como nadie conoce quienes son, ni cómo se otorgaron los programas sociales, los padrones de beneficiarios se convertirán en los listados de votantes de MORENA; las mentiras y verdades a medias repetidas constantemente, son una forma de polarizar los ánimos para ganar simpatizantes.
La corrupción y señalar errores de gobiernos pasados, ha sido su estrategia para hacerlos vigentes y más para radicalizar y exaltar para que se olvide y no se vea la corrupción de ahora y los malos resultados de los gobiernos de MORENA. Hoy por hoy, tenemos en México un gobierno de venganzas y caprichos; un gobierno que traiciona diariamente la voluntad popular; un gobierno que perdió la brújula.
«La alianza de 3 partidos nacionales y de las organizaciones ciudadanas no está sustentada en la recuperación del poder, sino para evitar en la próxima Cámara de Diputados, la destrucción de la República», afirma Don Augusto Gómez Villanueva, que incluso definió a la 4T como una ridícula comedia, producto de la ira infantil de quien la creó.
«De la moda, lo que acomoda» dice el dicho, y al presidente le gustan alianzas y coaliciones mientras convienen, incluso MORENA ahora se alió con el Partido Verde, el partido a quienes ellos mismos definieron como el partido más desprestigiado y corrupto de México.

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