Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda

Los plazos electorales ya son de inminente vencimiento. Ya los partidos políticos nos han acostumbrado a su cumplimiento, a veces, hasta el último minuto. Ahora, las elecciones concentran su atención en lo que ocurra con el partido del presidente López Obrador, con Morena. Será la primera elección en que participe ya siendo en partido en el poder nacional y las expectativas que se están generando son muy amplias, pero también los riesgos.
Por su propia conformación, ese mosaico de diferentes expresiones políticas, llamados grupos corrientes y personalidades, su manera tan belicosa e intransigente de proceder, han demostrado que en Morena lograr los acuerdos al interior les resulta más que difícil. Los enfrentamientos por los espacios de participación ya lo tienen como un partido dividido, fragmentado. Más que sus adversarios de afuera, los morenistas deben preocuparse por sus riesgos internos. Sus principales problemas van a venir desde adentro.
Las y los aspirantes a cargos de elección popular de Morena consideran que lo más difícil no sería ganar en las urnas, sino obtener las candidaturas. Creen que las preferencias electorales favorecerán a quien sea que encabece las fórmulas en las contiendas, algo similar a como sucedió en el 2018, que no importó quién fuera el candidato, la inmensa mayoría se vieron beneficiados de manera automática por el arrastre popular de AMLO.
En todos los estados de la República donde habrá elecciones concurrentes con la federal, serán nombrados delegados especiales para conducir los procesos locales y aterrizar los acuerdos de coaliciones y candidaturas comunes. Si los morenistas no fueran tan necios, tan belicosos, no necesitarían de tales delegados, como sí lo ha necesitado históricamente el PRI para apaciguar a sus fieras, por ejemplo. Y tampoco necesitan de alianzas de ningún tipo en entidades como Morelos, pero donde manda capitán no gobierna marinero, así que el delegado o la delegada que llegue a Morelos tendrá la encomienda de lograr la coalición electoral prometida por Mario Delgado.
Las bases morenistas y muchos de sus liderazgos locales están en contra de pactar alianzas, saben que no las necesitan y que les serán sumamente costosas políticamente. El beneficio de las alianzas no será para Morena ni para sus candidatos, sino para los que provengan de sus aliados, mismos que, si fueran solos en la contienda, no tendrían posibilidades de ganar.
A Morena ya le está pasando lo que en su momento sucedió con el PRI, el pago de facturas y las decisiones de las cúpulas le costará muchos espacios políticos, que generarán inconformidad manifiesta en sus filas, así como la fuga de liderazgos sociales que pueden poner en riesgo lo que de otra manera habrían sido robustos triunfos electorales.
Y para iniciados
A Morelos tendrían que enviar una delegada o un delegado con una muy amplia capacidad de negociación y convencimiento. La recepción y el trato que pueden darle aquí, desde la toma de las oficinas hasta la rebelión y las renuncias al partido, serán una muestra del riesgo en que caerá Morena de comenzar su proceso para dejar de ser el partido hegemónico que pudo consolidar, y abrir la puerta para el crecimiento de una nueva opción partidaria, entre las organizaciones que recientemente obtuvieron sus registros, a donde irían a parar los inconformes, llevándose el capital político que cada uno tenga.
Excelente fin de semana.
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