Por Jorge Meade Ocaranza
Se ha modelado un tipo de visita del presidente de México López Obrador a Morelos, que se resume en quienes lo apoyan y quienes lo defienden. Ayer, en su última visita quedó registro de ello, desde el “Vete, AMLO no te queremos”, hasta el “Es un honor recibirlo, señor Presidente”.
López Obrador da pronta respuesta a quienes le cuestionan, (más por salir del paso que dé a conocer la realidad de fondo), -son los conservadores-, dice, perdieron privilegios.
Pero la verdad es que en Morelos la realidad es otra; van 2 años que asumió Cuauhtémoc Blanco la gubernatura y han pasado 5 años desde que se hizo cargo del municipio de Cuernavaca. Desde entonces la violencia no da tregua; los niños y jóvenes de esta generación solo escuchan y ven noticias derivadas de la inseguridad, violencia ejecuciones, feminicidios, secuestros, agresiones en calles, colonias y poblados cada vez con más hechos de sangre. Hasta en el propio corazón de la ciudad de Cuernavaca, a un lado de Palacio de Gobierno. Sus calles más transitadas, han sido testigos de ejecuciones, como si de la filmación de una película se tratara y no pasa nada; la impunidad es el resultado. La inseguridad y la violencia se extendió en todo el territorio morelense y cada vez, hay más muertes a plena luz del día, como es el caso de dos jóvenes sicarios montados en una moto, que en movimiento disparan y liquidan a su víctima; este se ha vuelto su modus operandi y nunca son detenidos; la sospecha de que las autoridades estén involucradas es un tema de conversación en silencio.
Si hay una sociedad con miedo, es la morelense: miedo a ser asaltada, secuestrada, ejecutada, miedo a protestar y señalar. Esta realidad está generando una subversión silenciosa que no tarda en explotar o hacerse visible y no hay esperanza.
El presidente López Obrador ha tenido sectores de la población que lo han apoyado históricamente y hasta en forma ciega. Tanto así, que Cuernavaca llegó a tener un presidente municipal que su partido MORENA alcanzó a registrar a un integrante de la planilla que gana las elecciones; incluso en otro municipio, gana su candidato aún estando en la cárcel.
El daño social que ha hecho Cuauhtémoc Blanco por su formación frívola y superficial ni siquiera lo entiende y poco le importa; sabe que va de paso, pero eso sí, tiene claro que es un gran negocio y la oportunidad que él ha tenido con su familia, amigos del fútbol, sus vecinos y parientes que han emigrado de la Ciudad de México, (de Azcapotzalco y Tepito su mayoría), para darles trabajo con excelentes sueldos y espacios que nunca pensaron tener, “les hace justicia” dicen, desplazando a morelenses y trabajadores locales.
Pero también están los negocios grandes, donde incluso el mismo Cuauhtémoc ha enfrentado conflictos internos donde su manejador como futbolista, se lo llevaba al baile con su comisión en contratos y obras, hasta que su medio hermano Ulises al que ya lo hizo visible y ahora él se hace cargo. Es decir, primero operó en la clandestinidad y ahora ya lo hace presidente de su partido el PES en Morelos, así de cínico el tema. Tenemos un campo abandonado, con enfrentamientos con los presidentes municipales, una enorme corrupción en la asignación de obra pública, sin rendir cuentas en compras gubernamentales. También la pandemia mundial por COVID-19 significó un gran negocio y hasta un hospital se compró para simular y hacer un comercial y promoverse. Empresarios, comerciantes, organizaciones ciudadanas denuncian, señalan y no son escuchadas.
Poco tiempo dedica Cuauhtémoc a su cargo de Gobernador y lo consume su afición al golf, así como en las buenas comidas y festejos. En pocas palabras: no le gusta trabajar, trabajar por Morelos no es lo suyo.
Las fiestas y francachelas en Casa de Gobierno entre sus amigos cobraron fama y la incorporación de extranjeras, extranjeros y foráneos en su administración, se nota cada vez más. Tanto en Morelos como en Cuernavaca, los morelenses están inconformes, se están organizando, cada vez más familias son afectadas y todos saben que las cosas marchan mal. En este sentido, pocos creen que el Estado aguante 6 años con Cuauhtémoc; tiene cómplices y proyecto, su hermano ya aparece, Hugo Erick Flores y Jorge
Argüelles junto a Cuauhtémoc, ven el negocio de su vida.
Olvídense de su compromiso con los morelenses, eso poco les importa; no conocen a muchos y nadie los conoce; son individuos sin arraigo y sin amor al Estado. Eso sí, todo pueden hacer, de todo son capaces, incluso de desaparecer a quienes consideran sus enemigos.
Por ello, el presidente López Obrador debe informarse; que le informen quienes son estas personas de fondo. No “son los conservadores” como él puntualiza, es un pueblo que tiene un gobierno sin rumbo, extraviado donde la corrupción y los nulos resultados son una realidad.
Pronto sabremos si en el 2021 si el manto protector del Presidente de México le alcanza para seguir defendiendo y sosteniendo a Cuauhtémoc o le exige o recomienda que pida licencia al cargo.