Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda
Una de las principales preocupaciones en el ejercicio de las democracias contemporáneas es que los instrumentos electorales permitan la promoción y conservación de la gobernabilidad. Es decir, que después de la elección de un mandatario sea posible el ejercicio del gobierno de manera regular, sin beligerancias, desafíos o enfrentamientos, que se salgan del orden constitucional y, por supuesto, del control de las autoridades.
Durante varios sexenios, luego de las elecciones de 1988, que ganó el PRI, con Carlos Salinas de Gortari, bajo severas acusaciones y evidencias de un monumental y cínico fraude, cuya remembranza más conocida es la famosa caída del sistema, estigma político que se le atribuye a Manuel Bartlett, hoy uno de los hombres más cercanos a López Obrador, diferentes partidos políticos propusieron e impulsaron, sin éxito, la incorporación al sistema electoral mexicano de la segunda vuelta, cuando se tratara elegir al depositario del Poder Ejecutivo.
En otros países, incluidos los 14 de América Latina donde se incluyó la segunda vuelta en las últimas décadas, la figura se ha usado con la intención de fortalecer a la institución presidencial, haciéndola menos vulnerable a los ataques de los inconformes o rebeldes, en aras de conservar, precisamente, la gobernabilidad. En cambio, en México el debate no va más allá del pragmático objetivo de hacer posible la victoria de la oposición por sobre el partido en el poder.
La intención de estos partidos era de puro pragmatismo, significaba la posibilidad de reunir todas las inconformidades contra el PRI hegemónico para poder ganarle en las elecciones. En otras palabras, de manera coloquial, echarle montón, ya que por separado los votos con que contaban los partidos parecían insuficientes para sacarlo del poder.
En estos días, el tema fue vuelto a poner en la mesa de debate. Sin embrago, ya fue descartado el que siquiera se discuta al respecto. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el día de ayer se manifestó en contra de la segunda vuelta electoral para el caso de las elecciones en México, no la cree necesaria para tener gobernabilidad y considera que la forma de elegir está bien como es actualmente.
Pueden encontrase diferentes argumentos, tanto teóricos como empíricos, a favor y en contra, de la posición de López Obrador. Pero, en el fondo, la razón más importante por la cual de manera clara e inequívoca se manifestó en contra de la segunda vuelta es que una reforma electoral de esta naturaleza pondría en riesgo a la Cuarta Transformación que él se propone llevar a cabo. Dejar abierta la posibilidad de que, en las próximas elecciones presidenciales, 40 millones de votantes, que no están de acuerdo con su proyecto transformador, le ganaran a los 30 millones que teóricamente podrían votar a su favor, es una posibilidad que no está dispuesto a permitir.
Tendrían que pensar los partidos políticos, si pudieran al menos ponerse de acuerdo, en impulsar una consulta constitucional, para preguntarle a la gente, al pueblo completo, si quisieran una segunda vuelta electoral. Y no dejar que sea una sola persona la que analice, juzgue y sentencie que de ese tema ni siquiera se va a hablar, simplemente porque en sus cálculos está, que no le conviene,
Para iniciados
Al polémico y protagonista diputado independiente, Pepe Casas González, hay que reconocerle que se ha atrevido a decir y señalar lo que muchos otros han callado o hasta solapado. De la misma manera también hay reconocer que su ánimo por ganar reflectores lo lleva ser imprudente y hasta temerario. Cuando, exaltado, no mide sus palabras se mete en complicaciones. Lo que tiene enfrente ahora, además de ser calificado como misógino, como le pasó en su momento al priista Paco Moreno, es que también pierda la oportunidad de obtener una nueva candidatura en las próximas elecciones y en cambio tuviera que enfrentar una denuncia penal por violencia contra la mujer. A Paco Moreno, en ese entonces, lo respaldaron sus poderosos amigos, pero a Pepe Casas ¿quién podrá ayudarlo?
Excelente viernes.
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