Perspectiva Electoral

Por Marcos Pineda

Acusaciones escandalosas de fraude suenan fuerte desde adentro del partido político del presidente López Obrador hacia el mundo. Morena no tuvo que llegar a la elección del 2021, ya como partido en el poder, para lanzar acusaciones de fraude o recibirlas. Estos duros señalamientos son cruzados: van contra ellos mismos, contra el INE, contra las reglas que ellos mismos aprobaron y firmaron que respetarían. Queda claro que las dirigencias, grupos, corrientes y personalidades de Morena no son capaces de ponerse de acuerdo de manera civilizada entre ellos mismos. Sin AMLO al frente no tienen paz ni rumbo.

Por un lado, ni Porfirio Muñoz Ledo ni Yeidckol Polevnsky están de acuerdo con los resultados que los posicionan muy por debajo de lo que ellos anticipaban. El INE advierte que el margen de error es clave para determinar un empate técnico, que por cierto eso es totalmente correcto.

Pero ¿cómo explicar que la popularidad de Muñoz Ledo y Polevnsky haya resultado tan baja? Hay que decir, en honor a la verdad, que sí podría haber habido una manipulación mayúscula que favoreciera a Delgado en detrimento de los otros dos. Técnicamente sí es posible haberla llevado a cabo y no requeriría del falseamiento de las respuestas de los entrevistados ni de la manipulación de las bases de datos. Sin embargo, habría requerido del contubernio con personal de las empresas encuestadoras. Una auditoría seria podría focalizar los sesgos que pudieran presentarse en la base de datos, con lo que se pudiera presumir este contubernio, posible sí y sólo si se hubiesen filtrado con cierta anticipación las rutas de los entrevistadores y si al mismo tiempo se hubiese llevado a cabo una gran operación de compra de conciencias, que habría costado muchos millones de pesos.

Por otro lado, los efectos que ya tiene este largo y penoso proceso de renovación de la dirigencia nacional de Morena, junto con más de la mitad de sus dirigencias estatales, que se encuentran en circunstancias similares, los está dejando a vista de los electores como lo que son: un partido de rijosos, malos perdedores, malos ganadores, ambiciosos y mentirosos políticos demagogos.

Aun así, seguirán arriba en las preferencias electorales, mas no por ellos, no por su instituto político en sí mismo, sino por la obediencia fanática que le profesan sus simpatizantes a López Obrador. El liderazgo del presidente de la autodenominada 4T, sobre quienes han decidido entregar su confianza y respaldo a ciegas, porque creen en él o porque son beneficiarios de los programas sociales, le otorga un amplio beneficio marginal al partido político que fundó como líder máximo e indiscutible.

Este proceso de renovación de la dirigencia demostró que Morena sin AMLO no es más que el mismísimo antiguo PRI, transmutado en PRD y luego en lo que actualmente es, con la diferencia de que hoy depende de la existencia de su líder moral para ser hegemónico y hasta para seguir existiendo. El día que AMLO les falte, Morena se acabó, tendrá que trasmutar de nuevo, como le pasó al PNR de Calles y al PRM de Cárdenas. Y como Morena es producto de sus antecesores, sí, sí pudo ser que haya habido algún tipo de fraude cometido por ellos mismos. Y ahora bien ¿se puede confiar racionalmente en Morena, bajo tales circunstancias, cuando ya hasta Andrés Manuel les ha perdido la fe?

Para iniciados

Los ciudadanos que hasta ahora no han sido candidatos a un puesto de elección popular y deseen participar en la próxima contienda electoral, ya sea avalados por los partidos políticos o de manera independiente, deben darse prisa para dar a conocer sus intenciones, antes de que los de siempre, los políticos quemados, vuelvan a la escena política y reclamen que ellos nunca fueron buenos, pero al menos no son tan malos como los que actualmente están en el gobierno y en el Congreso, y eso  les favorezca, haciendo pensar a la gente que se puede estar mejor con ellos de vuelta.

Excelente inicio de semana.

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