Privatización Gubernativa
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Pave Soberanes
La privatización del poder Ejecutivo de Morelos, acaso con la contratación de la explotación de la imagen de quien el periódico oficial Tierra y Libertad dice es el gobernador, se adjudica a través del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia.
En tiempos de lluvias y frío, sobre todo ahora que el aire helado pega fuerte a la salud, la primera dama -término peyorativo que provoca desprecio, pero que a las esposas de los gobernadores gusta les llamen así- viste para la ocasión sin perder el glamur, realiza una gira de «trabajo» y reparte cobijas de 50 pesos la docena, hechas en China.
Sonríe, posa para las cámaras fotográficas y de vídeo y si le dan ganas, hace una declaración de política suave.
Son actos políticos, además, de cosmética corriente. No hay interés en hacer el bien -si creen que hacen el bien están equivocadas- ni tampoco compromiso con la compasión y la solidaridad. Ellas quieren «ayudar» a su esposo -el DIF es la cara bonita del poder Ejecutivo- y aparecer en televisión, que las oigan en radio y al día siguiente descubrirse bonitas en la mejor fotografía en el papel más corriente de todos, el del periódico.
En 2018, el DIF estatal contó con un presupuesto total de 291 millones de pesos, al año siguiente la Legislatura 54 le incrementó 23 millones y el año que corre se elevó a 344 millones de pesos. Hasta parece caja chica electoral. No hay registro de obras y acciones de interés colectivo que se haya ejecutado este año ni los anteriores. Ni tampoco registro de revisiones al gasto. Ni cobijas se han repartido en los municipios fríos de Morelos, donde el clima cala hondo, hasta los huesos, entre los más necesitados.
Es mucho dinero 344 millones de pesos. Mucho más cuando se no hacen obras, no se llevan acciones y los actos de servicio público son privatizados por empresas de fuera e incluso transnacionales, que negocian que el gobernador haga la publicidad de sus productos, seguramente sin gratuidad, repartiendo los productos donados, sin pensar si los alimentos hacen más bien que mal a los beneficiarios.
Este año, cuando la dependencia en el organigrama de la Secretaría de Salud tiene un prohibitivo presupuesto federal y estatal de 173 y 171 millones de pesos sin candados, no sólo se ha hecho menos -las apariciones debían ser de páginas de sociales, pero las jerarquizan en las tapas los editores de periódicos, con tal de quedar bien-, sino han tomado el rol de agentes de ventas -la esposa del mandatario actual es publicista de carrera, no modelo profesional.
Ha hecho una y otro publicidad de Unilever, Bachoco, Coca-Cola, Heineken y Oxxo, entre otras empresas que donando esquivan el pago de impuestos al Sistema de Administración Tributaria, porque el monto de lo donado les es devuelto o no cobrado, pues es con fines «altruistas».
De ser así, el jefe del poder Ejecutivo y la presidenta del DIF estarían promoviendo con la explotación de su imagen, cobren por hacerlo o no cobren, una irregularidad que debía ser legislada y sancionada, porque esa vieja práctica premia a los incumplidos y castiga a los ciudadanos que sí pagan sus impuestos. ¿Lo saben él y ella? No. Nadie se los ha dicho. Y ni les interesa quedar fuera de esas acciones tramposas.
Es mucho dinero 344 millones de pesos, sí, pero además el DIF pide dinero. Pide limosna para dar caridad. Las proveedurías -incluso las panaderías regalan pan de dulce, con exceso de harinas y azúcares que van a adultos mayores, discapacitados y niños- también gustan de donar para quedar bien y hacerse publicidad con La pareja gubernamental.
Para su informe de «actividades», que abortó la Emergencia Sanitaria, el DIF gastó -¿o fueron donaciones?- mucho dinero en espectaculares, invitaciones y en la organización del acto político, cuyos recursos debían estarse repartiendo entre las familias vulnerables que no sólo tienen frío, sino hambre.
¿Cobra Cuauhtémoc Blanco por aparecer recibiendo -y entregando- las donaciones de esas marcas? Y más aún: los 344 millones de pesos de los presupuestos federal y estatal hacia dónde han ido?
letraschiquitas
Sí, dos noches pernoctará en Morelos el presidente Andrés Manuel López Obrador -cuando durmió en Las Estacas le ofreció la Lotería Nacional a Margarita González, quien sin pensarlo jaló La estafa maestra a la Cuatroté-, en su gira de tres días para entregar obras y supervisar la reconstrucción, teniendo como invitado especial al gobernador Cuauhtémoc Blanco. Dije bien: invitado***. Nada, absolutamente nada productivo ha hecho el diputado «independiente» José Casas González, sino reñir con todas y todos, abandonando a sus «representados», cachar temas que lo visibilicen y dar discursos que fomentan el odio, la división y el golpeteo, mientras incumple sus acuerdos políticos***. El diputado Alfonso Sotelo se sacudió ayer a su igual Marcos Zeta, ambos del PES, tras reaccionar tardíamente a su acompañamiento en la mesa para hacer declaraciones políticas de un acto que no es político, sino judicial, con lo cual demostró que además de apoyarlo, podría estarlo encubriendo***. El vendedor de tapas de huevo, José Luis Galindo, pidió como diputado local apoyo federal para el campesinado morelense, con la misma desfachatez con la que no hace nada el gobierno estatal. Se debían cortar el cordón umbilical del paternaliemo federal***: La presidenta del Instituto Morelense de Procesos Electorales, Isabel León, prefirió criticar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que jalarle las orejas a la Legislatura 54 por legislar mal el tema de la violencia política contra las mujeres, que las dejan fuera de la mitad y mitad en la asignación de candidaturas, que los hombres celebraron con alegría***. El anuncio de reestructuración de la Deuda Pública, de parte de Mónica Boggio, no es sino un nuevo empréstito disfrazado que también, con alegría, aprobarán las/os diputadas/os a la L54***. Duro golpe al hampa dio la Jefatura de Policía, al encapsular a cualquier número importante de delincuentes, a quienes les encontró armas blancas, pero no drogas. Lo que no hace en la calle, lo lleva a cabo en la penitenciaría de Atlacholoaya.