Por José Luis Garcitapia

El presidente Andrés Manuel López Obrador acusó de ladrones, corruptos y deshonestos a los beneficiarios de fideicomisos, es decir ataca a víctimas de la violencia, científicos, investigadores, periodistas, deportistas, exbraceros y miles de mexicanos más, a los que van destinados dichos recursos.

En la conferencia de prensa, conocida como “La Mañanera”, López Obrador precisó que “es lamentable que legisladores estén defendiendo a ladrones, a gente deshonesta”. Así, de tajo, en su afán de descalificar a la oposición que se negada a la desaparición de los fideicomisos, agarró parejo en contra de todos.

Anunció que en próximamente va a presentar información sobre la corrupción que había en el manejo de los recursos de los fideicomisos, misma -si es que la tiene sustentada- implicaría la obligación constitucional de hacer las denuncias correspondientes ante la Fiscalía General de la República para castigar a los responsables.

Pero no, Andrés Manuel prefiere convertir su discurso contra la corrupción en un espectáculo mediático para las grandes masas, para mantener atentos a sus seguidores y ocupados a sus adversarios políticos, reales e imaginarios.

Asimismo, habla de juicios populares en contra de los expresidentes Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa, Vicente Fox Quesada, Ernesto Cedillo Ponce de León y Carlos Salinas de Gortari; y se niega a denunciar ante las instituciones a quienes hayan abusado de su cargo. Porque prefiere el linchamiento no la justicia.

Debemos tener presente que la plaza pública es para los verdugos. Solo falta que mande colocar un templete, una horca, una guillotina o una hoguera para hacer “justicia», su justicia. Si ya ofreció colocar una estructura para colocar hamacas para los de FRENNA, todo puede suceder.

Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya puso en claro que no se puede juzgar a los expresidentes como quiere López Obrador y por ello modificó la pregunta para poder darle sustento a una Consulta Popular, que para algunos ministros y miles de especialistas es inconstitucional. Pero le dieron gusto con el clásico “Si, señor presidente”.

Su discurso es confrontación y descalificación, que le sirvió bien al candidato presidencial López Obrador para ganar las elecciones, al presidente de México, y de todos los mexicanos, no. Al país no le sirve porque atenta contra la unidad nacional.

La polarización está encendiendo a los extremos radicales de México, en un momento de crisis de inseguridad, salud, económica y social; y las plazas públicas podrían convertirse en el escenario de choques violentos.

¡Aguas señor presidente!

@PepeGarcitapia

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