Francisco Hurtado Delgado
Sin Estado de derecho no hay democracia, en ese orden de ideas debemos dejar claro, que el Estado de derecho es la base legal de toda democracia. De ahí se derivan las reglas de acceso al poder, el funcionamiento efectivo de las instituciones y las prácticas políticas de los actores, pero ¿debemos tener la prioridad de lo legal, lo político o la voluntad soberana del pueblo en una democracia?
Las democracias contemporáneas reposan en sistemas políticos representativos, expongo que este elemento es el punto de quiebre de una democracia auténtica. Algunos representantes políticos han quedado a deber las expectativas de los ciudadanos electores y por ende en la sociedad, pero sin que esto signifique que la democracia es equivalente o responsable de la distribución equitativa de la riqueza; porque en este caso son los poderes democráticos los que distribuyen la riqueza social, procurando evitar graves injusticias y derramamiento de sangre. En todo caso, el Estado de derecho propicia un amplio espacio para la reforma de las instituciones existentes y para la búsqueda de los proyectos sociales legítimos que se sostienen desde la pluralidad de la vida colectiva.
El italiano Ricardo Guastini, define al Estado de derecho “como aquel en el que están garantizados los derechos de libertad de los ciudadanos” y, en un segundo sentido, al Estado de derecho “como aquel estado en el cual el poder político está limitado por el derecho” y; en un tercer componente, como “el Estado de derecho es aquel estado en el cual todo acto de ejercicio del poder político está sujeto al principio de legalidad”.
Por otra parte, es importante hacer notar que en el sentido de que la sociedad está representada en el poder legislativo, tal y como lo describe Norberto Bobbio en su obra “El Futuro de la democracia”, se entiende que el poder parlamentario participa en la definición de los principios constitucionales que hacen valer las normas generales de justicia para la sociedad y se dice per legi (promulgando leyes).
A mi parecer, la política se encarga de organizar a la sociedad y al gobierno, pero ante el próximo proceso electoral, cabe enfatizar, que deberá prevalecer el respeto al Estado de derecho, de esta forma las reglas y sanciones estipuladas deberán aplicarse sin distinciones a los incumplidos e infractores que las violen. De ahí la importancia de los tribunales electorales cuyas facultades y competencias están diseñadas para dirimir cualquier controversia y de esa manera se cumpla y garantice el Estado de derecho y con ello se fortalezca nuestro sistema democrático.