La Juventud pilar esencial de la democracia

Francisco Hurtado Delgado

El andamiaje de nuestro sistema democrático, se sustenta bajo una cimentación multicultural, étnica, clases sociales, diversidad de género; es decir, de toda la ciudadanía. Pero, me parece interesante conocer la edad promedio de aquellos que emiten su voto en cada proceso electoral, ya que deciden el resultado de una elección; de ahí el interés en saber ¿Qué promedio de edad es mayoría al emitir un sufragio en las urnas?

De acuerdo al Instituto Nacional Electoral, en el pasado proceso electoral del 2018, el 63.1% de la ciudadanía inscrita en la lista nominal emitió su voto, es decir, que en el grupo de 18 años superó el promedio nacional con un 64.7%; mientras que el grupo de 60 a 74 años de edad tuvo más del 72% de participación; como se puede apreciar, este último promedio de edad es el de mayor concurrencia en las urnas.

En México, el artículo 34 de la Constitución establece que son ciudadanos de la República los varones y mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, tengan 18 años cumplidos y un modo honesto de vivir. Sin embargo, Helmut Wintersberger en su teoría de la reforma austriaca señaló que los menores de edad no pueden votar por los siguientes argumentos: a) votan en forma distinta a los adultos, b) su voto iría a partidos radicales, c) no están interesados en votar, d) tampoco se les permite votar en otros países, e) tienen sus propias instituciones juveniles en las que pueden participar, f) son inmaduros y g) son manipulables.

De lo anterior y con base al principio legal de la Constitución, nos sujetamos que, a partir de los 18 años con la credencial para votar con fotografía, las y los jóvenes ciudadanos pueden emitir su voto, porque cuentan con una capacidad electoral; en otras palabras, esto significa que el sufragio debe ser atribuido a aquellos que puedan ejercerlo haciendo uso de una capacidad general para tomar decisiones racionales; así también, se trata del conocimiento y comprensión que un sujeto demuestra del proceso político en general y del sistema electoral en particular; y por último, la capacidad que puede ser entendida como la comprensión de asuntos políticos específicos y su relación con el sistema político y el proceso electoral.

A manera de conclusión, cualquier sistema democrático requiere de oxigenar la sangre que transite en las arterias políticas de una nación, y sin duda son las y los jóvenes, quienes deben integrarse a la vida orgánica de la gobernanza, con el plus de una excelente formación familiar, académica, de valores éticos y morales, pero sobre todo, de una cultura cívica y política.

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