¿La ciudadanía desinformada, corrompe la democracia?
Francisco Hurtado Delgado
Una de las libertades que gozamos en una nación democrática, es la de elegir a sus gobernantes a través del sufragio efectivo, pero también se tiene el derecho a conocer los participantes para los cargos a elegir en sus tres niveles; es decir nacional, estatal y municipal; sin embargo ¿Se puede influir de manera perversa la voluntad de los votantes en un proceso electoral?
La democracia se va actualizando a los tiempos y circunstancias que vivimos, y prácticamente ha quedado en el pasado “la imposición de los gobernantes en turno a despacho de la voluntad popular” tal y como lo expresaron en un comunicado histórico el trinomio de Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J. Cloutier y Rosario Ibarra de Piedra en 1988.
Por otra parte, no obstante que es ilegal la influencia de las religiones en los procesos electorales, deben inhibirse de los procesos electorales como los pecados electorales entre otras prácticas que son expresadas a los feligreses, porque se pervierte la voluntad de los votantes; de ahí la importancia del triunfo de la República al establecerse la laicidad del Estado.
La actuación pulcra, precisa y con apego a la legalidad de las autoridades administrativas y jurisdiccionales, es otro elemento esencial para proceder y sancionar a los actores que pretendan o en su caso operen con tendencias perniciosas a incidir hacia una preferencia electoral con malas prácticas como son las despensas, pagos económicos, pagos en especie y más; es momento de razonar y escanear exhaustivamente las candidaturas que sean por su esencia y no por métodos inductivos temporales que atrapen el voto de decidir.
El error que se comete con mayor frecuencia en los procesos electorales, es precisamente la mala apreciación de la realidad determinada por la ignorancia o en algunos casos por la extrema necesidad; es decir, que por no tener conocimiento de las circunstancias o por necesitar de la dadiva, intervienen en el acto concertado de influir en una voluntad electoral; es por ello que no olvidemos que los vicios de la voluntad transitan de manera simulada y aterrizan con el fraude electoral, causando una lesión grave a la democracia y por supuesto a la sociedad, fraude que también debe ser legislado para sancionarlo, y que no se consigan votos condicionados, sino de manera razonable, consciente y voluntaria, es por ello que de esta manera estaremos en condiciones de fortalecer nuestra democracia.