La violencia: un mal terrible para la convivencia social
Francisco Hurtado Delgado
La violencia es un concepto que tiene varias aristas y manifestaciones, invariablemente actúa con el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo, y es a través de la acción física, psicológica, natural, criminal, emocional, verbal, sexual, espiritual o religiosa, cultural, económica, negligencia, mendicidad, de género, corrupción, ciberviolencia, de Estado o laboral; ¿Existirá algún instrumento para diferenciar la violencia que se ejerce?
Generalmente el propósito del uso de la violencia es para herir, abusar, robar, humillar, dominar, ultrajar, torturar, destruir o causar la muerte; sin embargo, la medición de la violencia no solo se registra con un moretón o hematoma, sangre u otra evidencia física, sino también con daños de conducta o psicológica.
La violencia inicia desde casa, tal como describe Marta Torres Falcón en su obra La violencia en casa: “la violencia no es una anomalía; por el contrario, es nada menos que la afirmación de un orden social particular que tolera la subordinación y el uso de la violencia en contra”, es por ello que no podemos dejar al Estado como último solucionador de este problema, porque definitivamente incrementar policías, armas u otros instrumentos o acciones solamente ayuda a mitigar la inseguridad, pero lo que necesitamos urgentemente es erradicarla desde el seno familiar.
Darle a un niño o niña un teléfono inteligente para que se entretenga, es inferir en una conducta omisa e incitar con mucha posibilidad a fomentar la violencia con desmedida información o juegos violentos en el mundo virtual sin control y supervisión.
Es importante dejar firme y claro, que no es de llamar solo la atención cuando la violencia se ejerce en mujeres o niñas, los hombres y niños también sufren de violencia y que día a día mueren más hombres que mujeres, pero no debe subestimarse la violencia en quien actúe o sea victima de esta, no debe ser estigmatizada en género, sino debe ser inaceptable en toda su extensión y forma de expresión.
México no necesita un día sin mujeres o un día sin hombres, tampoco no necesita sectorizar; lo que necesita nuestro país es un día y lo subsecuente sin violencia, porque no es cuestión de género, es cuestión de valores porque todos merecemos respeto y dignidad. Cada quién tiene que asumir su propia responsabilidad para combatirla.