¿Qué es más importante en un servidor público, honestidad o experiencia?
Francisco Hurtado Delgado
Cierto es que el Poder Ejecutivo en sus tres niveles de gobierno tienen facultades para designar gran parte de su gabinete. La toma de decisiones recae en los representantes electos por el voto mayoritario y al mismo tiempo estos delegan obligaciones en una estructura orgánica de administración pública; pero ¿Deben solo tener experiencia a los que se les delegan las responsabilidades públicas? o ¿Es suficiente que solo sean personas honestas?
La Suprema Corte de Justicia de la Nación distingue al funcionario público como a toda persona que ejerce una función pública, y por función pública debe entenderse toda actividad que realice los fines propios del Estado. Y al empleado público a la persona que pone su actividad al servicio del Estado, a cambio de una retribución determinada.
En los tiempos de la alternancia política, no debemos olvidar que en la democracia los resultados de la administración pública se hacen valer a través de la rendición de cuentas y transparencia, por supuesto que los resultados dependen del equipo capaz, profesional y honesto con el que cuente; es la razón por la que deben l@s gobernantes elegir, de manera pulcra y exhaustiva, a las personas que se les deleguen altas responsabilidades en su equipo de gobierno.
Qué puede pasar si solo se eligen a personas honestas o solo a personas con experiencia; de lo anterior surgirían dos observaciones esenciales, la primera si son solo honestas se estaría actuando de manera discriminatoria, porque existen personas que cumplen con ambas y se les estaría discriminando por solo tener honestidad o viceversa; por otra parte, si en realidad es honesto al que se elige no tendría la capacidad de ser honesto en renunciar al cargo por no ser honesto o en reconocer que nos es capaz, ese es el gran dilema o la gran trampa.
El que escribe es de la idea que debe de existir un equilibrio y mediación; honestidad y experiencia, por supuesto sin descuidar que se deben agregar otros elementos esenciales como la ética profesional, capacidad, responsabilidad, vocación de servir y tener el mérito de las posiciones que deben ser conquistadas con base en la virtud, talento, educación, competencia o aptitud específica para un determinado puesto de trabajo, porque la administración pública debe de dejar de ser un laboratorio de pruebas y arriesgar el bienestar colectivo solo por no cumplir con un perfil completo.
Nuestro país requiere ciudadanos honestos, responsables y comprometidos, para dirigir los asuntos públicos cumpliendo con las disposiciones jurídicas y reglamentarias, ya que su obligación es garantizar el bienestar social.