Perspectiva

Por Marcos Pineda

El pasado día 15 de septiembre por la noche cenaron, con costo al erario público, alrededor de 400 personas, que deducimos salió de a mil pesos por cada una de ellas, más otros poco más de cien mil pesos en decoraciones, de acuerdo a lo que declaró la secretaria de administración del gobierno del estado. Mirna Zavala dijo que fue una cena “austera”, “muy mexicana” e hizo hincapié en que la menor parte del costo fue el que correspondió al área a su cargo, mientras la mayor se debió a los requerimientos de la Secretaría de Educación y de la Jefatura de la oficina del gobernador.

Aunque la oficina de comunicación social del gobernador censuró a los medios de comunicación, impidiendo que cubrieran la celebración del 209 aniversario del grito de independencia, sin justificar tal medida, no tardaron en salir los trascendidos y comentarios de los propios asistentes, es decir de los invitados por “El Cuau”, sus funcionarios, familiares y amigos. ¿Qué pretendían ocultar, negar o hacer que no cobrara relevancia en esta que es la más importante conmemoración anual de los mexicanos?

Los trascendidos y secretos a voces coinciden en que la censura no fue tanto porque desde temprano comenzaran a llegar familiares y amigos del gobernador formal de Morelos, sino porque entre los presentes se encontraría a Ulises Bravo Molina, medio hermano de “El Cuau”, quien ha sido evidenciado en medios nacionales por intervenir en la política estatal, participar en reuniones privadas con legisladores locales y federales, dictar instrucciones a funcionarios públicos y representantes populares y hasta acudir a presidencia de la República para tratar temas, que en todo caso correspondería atender al gobernador y no a este personaje que ya ha sido bautizado popularmente como el “hermano incómodo”.

Haberse descubierto la participación en diálogos y acuerdos de un personaje que no es funcionario público, ni representante popular y que en teoría no tendría ningún interés en temas de gobierno y política interior es bastante delicado. Podría incluso configurar la comisión de delitos como el tráfico de influencias, mismo que podría llegar a involucrar al gobernador del estado, al grado de que pudieran fincársele responsabilidades penales.

El silencio del gobierno al respecto y la censura de sus áreas de comunicación social a los medios sientan un mal precedente y dejan un mal sabor de boca.

Para iniciados

A menos de un año del gobierno en la práctica de José Manuel Sanz Rivera, los tres poderes del Estado de Morelos están en crisis. En el legislativo siguen sin poder ponerse de acuerdo para renovar sus órganos de gobierno y administración. En el judicial traen una disputa por la legalidad de los actos de los magistrados, que tiene sumido en la parálisis al pleno, mismo que debería estar resolviendo asuntos muy relevantes. Y en el Ejecutivo, el pleito por el poder y el control de los recursos tiene enfrentados entre sí a los más cercanos al gobernador. De seguir esta ruta, de no corregirse, el Estado de Morelos podría llegar a niveles de ingobernabilidad. Hay quienes piensan que esa ingobernabilidad podría ser motivo para que el Senado de la República declarara la desaparición de poderes en Morelos.

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