Perspectiva
Por Marcos Pineda
Las apuestas hacia la sucesión presidencial se adelantaron como nunca antes en la historia de México. Los primeros en alzar la mano fueron tanto los fieles seguidores del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como sus detractores. Los primeros guardando silencio ante las acusaciones de que desde el principio del sexenio AMLO preparaba ya el terreno para buscar la reelección, puesto que de ser así sin duda lo apoyarían. Y los segundos atizando el fuego para orillar al presidente a dar una respuesta pública que no dejara lugar a dudas (por el momento) de que de ninguna manera pretendería reelegirse en 2024.
El segundo en hacerlo fue el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, quien apenas iniciada su gestión reconoció ante medios de comunicación, nacionales y locales, su intención de buscar la primera magistratura. La primera impresión de buena parte del electorado, que de manera equivocada asocian a Blanco con el partido Morena y con AMLO, les hizo creer que buscaría la candidatura por ese partido político. Pero están equivocados, si hay un partido que no apoyaría una posible candidatura de Blanco es precisamente Morena. El Cuau, como se reconoce popularmente, nunca ha sido siquiera simpatizante de Morena, fue candidato en Coalición por recomendación de AMLO y apoyado por el entonces presidente del PES (Partido Encuentro Social, de inspiración cristiana), pero nada más. Obtuvo la candidatura aun en contra de las huestes lopezobradoristas que querían ver en la boleta al ex senador Rabindranath Salazar.
Aunque poco aportó el PES a la causa Morenista, tanto así que no alcanzó la votación suficiente para mantener su registro como partido político nacional, sí catapultó y dio plataforma política para animar las aspiraciones presidenciales de Blanco. Pero algo que no habían calculado era la pérdida de su registro. Ahora, el gobernador de Morelos mantiene sus aspiraciones pero carece de un partido político nacional que lo postule, al menos mientras se sabe si el PES consigue un nuevo registro.
Bajo el supuesto de que AMLO efectivamente no busque la reelección y Cuauhtémoc sí busque la candidatura presidencial, habría un enfrentamiento político entre El Cuau y AMLO. Y esto sería así porque el hoy presidente de la República apoyaría con todo a su alfil y hombre de confianza, el hoy secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien ocupa una privilegiada y poco vulnerable posición de primerísimo nivel en el gabinete. Mientras el gobernador de Morelos tendría el respaldo sólo del partido que lo postule y de los aficionados al fútbol que conserve a su favor. El escenario de fondo sería entonces El Cuau VS AMLO.
Para iniciados
Primera derrota política en la escena nacional del gobierno de Cuauhtémoc Blanco: su equipo no pudo garantizar la seguridad y paz para la conmemoración de los cien años del artero asesinato de Emiliano Zapata en Chinameca. Ni Hugo Éric Flores, ni Sanz, ni nadie del gabinete de Blanco fueron capaces de lograr diálogos y acuerdos suficientes para que el presidente de la República encabezara el arranque de los festejos del Año de Zapata en la región que lo vio nacer y morir, sin temor a ser boicoteado. El súper delegado Flores, cuyas repetidas ausencias y faltas a diversas reuniones donde debiera haberse presentado, además de un caudal de señalamientos en su contra que ya le han llegado a AMLO, deja entrever que quizá muy pronto tenga ceder ese espacio a otro operador político.