Por Dagoberto Santos Trigo
La paz es un bien escaso en estados asolados por la violencia criminal y social. La ausencia de paz refleja una descomposición social profunda; una anomia de características inconmensurables.
La paz es el resultado de múltiples factores, pero los más relevantes tienen que ver con una estructura que permita la igualdad efectiva de oportunidades, el acceso a los servicios públicos elementales, la fortaleza de la moneda para la adquisición de los productos básicos de la canasta alimentaria, una sólida cultura de la legalidad y un ambiente social que privilegie el diálogo, la tolerancia y el entendimiento.
Lamentablemente Guerrero registra una de las más altas tasas de incidencia delictiva en el país. Lo mismo ocurre en vastas zonas de México, asoladas por voces de lamento, desesperación, desconfianza, frustración, rencor, animadversión, desasosiego y un odio social de magnitudes extremas.
En este contexto de uso de la fuerza ilegítima, de violencia generalizada, de abusos y pisoteos de los más elementales derechos humanos, el Instituto Nacional Electoral es una institución comprometida con la restauración de la paz pública y la armonía social.
Y lo hace de diversas maneras. Una de ellas consiste en utilizar todos sus recursos financieros, materiales y humanos con el propósito de cumplir el mandato constitucional de renovar a la clase gobernante, a través de elecciones libres, auténticas y periódicas.
¿Se imagina la amable lectora o el amable lector las consecuencias sociales provocadas porque no hubiera sido posible celebrar la elección presidencial del año pasado? ¿ahora, imaginen las consecuencias de llevar a cabo las elecciones, pero en un ambiente de nulo respeto a la voluntad popular?
El país estaría incendiado en estos momentos con una tensión y crisis política sin precedentes. De ahí que el Instituto, al llevar los procedimientos electorales con pulcritud, haya contribuido para que no sólo el gobierno federal, sino también, los gobiernos estatales y municipales, gocen de la legitimidad necesaria para que realicen sus gestiones y acciones en beneficio de la sociedad.
Pero más allá de los periodos electorales, el Instituto también busca la construcción de la paz, a través de programas institucionales en colaboración con otros organismos.
Un ejemplo claro de lo anterior se encuentra en la implementación del Programa Club Mundos; secuencias didácticas para la convivencia y la participación ciudadana, que, bajo la coordinación de la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica, se lleva a cabo en tres entidades del país con fuerte presencia de violencia en determinadas regiones: Chihuahua, Guerrero y Veracruz.
El INE logró una concertación con el Comité Internacional de la Cruz Roja para México y América Central, así como con las secretarías de educación de esas entidades, con el fin de impulsar un programa enfocado a empoderar a la niñez, en centros educativos de nivel primaria, que se encuentra amenazada por un clima social adverso en colonias y barrios populares de zonas urbanas y rurales.
La idea es que el profesorado que se encuentra frente a grupo en 5° y 6° grado de nivel básico, a través de métodos y recursos didácticos acorde con su edad, (recursos didácticos que fueron diseñados por personal especializado del INE) incentiven la participación de las niñas y niños en el conocimiento de sus derechos y deberes, al mismo tiempo que valoran la dignidad de las personas, el respeto por los semejantes y se sensibilizan para evitar los conflictos y resolver las diferencias a través del diálogo, así como la comunicación no violenta.
De esta manera, a través de un camino lúdico que las y los lleva a recorrer tres mundos –mundo dignidad, mundo extremo, y mundo acuerdos, participación y convivencia- las niñas y los niños comprenden la importancia de ser personas y la relevancia de atender la conflictiva generada por la interacción social vía los valores de convivencia que han forjado la civilización.
El objetivo es, como lo establece la imagen institucional del citado programa, que cada niña o niño se reconozca, se considere una persona valiosa y exija respeto ante la sociedad.
Otro mecanismo mediante el cual el INE contribuye a la proliferación de un ambiente de paz, consiste en la implementación de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica (ENCCÍVICA), mediante la que se busca que la ciudadanía se convierta en un agente de cambio activo, mediante la comprensión y apropiación del espacio público.
Con la ENCCÍVICA, se busca la construcción de un espacio para el ejercicio de la libertad de expresión, a través de la verdad y la exigencia de los derechos, pero también de las responsabilidades sociales.
Se contribuye a la paz, porque el programa busca el cambio en las mentalidades, busca que, a partir, de la cultura de la legalidad, la ciudadanía sea capaz de entender su papel como agente que supervisa, vigila, participa, exige, da alternativas, orienta y encuentra sentido a la vida pública, como una hechura que es consecuencia de las acciones, u omisiones, de todas y todos.
La paz es un valor que se busca tanto en el interior como en el exterior de la persona humana. Pero la paz pública, así como el respeto por el orden y el interés públicos, sólo es posible con la anuencia, participación y esfuerzo institucional de diferentes organismos sociales, públicos y privados.
El INE coadyuva en alcanzar ese valor supremo de convivencia. Sin embargo, para lograr su efectividad no solo se requiere un cambio en el paradigma educativo, sino un ambiente distinto en los hogares de las familias mexicanas.
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