LA LEY DE HERODES
(Entrega exprés)
Por Miguel Ángel Isidro
Hacemos una pequeña pausa en nuestra entrega seriada sobre la historia política reciente de Morelos (“Morelos: ¿Laboratorio político?”), cuya tercera parte está aún en elaboración, para abordar de manera breve una nota que ha llamado nuestra atención al inicio de la semana.
En el noticiero estelar de Televisa, que conduce la periodista Denisse Maerker, fue presentado un reportaje en el que se denuncia la presencia de un grupo delincuencial autodenominado “Comando Tlahuica”, que de acuerdo a la información relevada, mantiene bajo su control la operación del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC).
Como parte de esa información, se vincula la presencia de este grupo delictivo de nueva creación a algunos actos de violencia, como ejecuciones, publicación de amenazas en narco mantas e incluso intimidación directa en contra de funcionarios públicos como el actual alcalde de Cuernavaca Antonio Villalobos Adán.
Para muchos observadores está información es motivo de controversia, al buscar entender por qué motivo un grupo delictivo, que normalmente buscaría mantenerse en el anonimato, emprende una ofensiva para hacerse del control de una entidad dedicada a la prestación de un servicio público de elemental importancia para la población.
Sin adelantarnos a las investigaciones que al respecto deberán desarrollar las autoridades competentes, podemos decir que la diversificación del área de actividad de la delincuencia organizada no es algo nuevo, y que de hecho, en entidades del norte del país como Sinaloa y Tamaulipas se han conocido casos en los que los cárteles del narco crean empresas fantasmas para adueñarse de los recursos de obras públicas y proveedurías oficiales.
Así hemos visto transitar a las mafias organizadas del robo de autos al narcotráfico, del trasiego de drogas al secuestro, la extorsión, la trata de personas o la prostitución forzada de mujeres y hombres. Todo depende de las condiciones imperantes en cada momento y territorio determinado.
Hay que decirlo: en la diversificación de sus actividades, la delincuencia ha mostrado una habilidad, inteligencia y rapidez infinita mente superior a las autoridades de los tres niveles de gobierno.
¿Qué interés podría tener la delincuencia organizada en apoderarse de un organismo público?
Por lo que hemos visto en nuestro andar por los medios, podríamos anotar lo siguiente:
-Reforzar control territorial: Sin mayor problema, el grupo delictivo puede tener acceso a información territorial privilegiada para sus fines logísticos; bases de datos, propietarios de predios y el algunos casos, otro dato revelador, consumo de servicios. Negocios con buenos ingresos reciben altas facturaciones de energía eléctrica, agua e impuestos.
-Acceso a las nóminas: Controlando un organismo como el SAPAC, un grupo delictivo puede solventar fácilmente el costo de su red de operadores, escoltas y halcones.
-Lavado de dinero: Los organismos dedicados a las obras y servicios públicos reciben fuertes inyecciones de recursos que permiten triangular todo tipo de operaciones ilícitas. En el caso del agua potable, por ser un servicio primario, los organismos tienen acceso a recursos a “fondo perdido” (no auditables), provenientes de organismos como Naciones Unidas o el Banco Mundial. Desconozco si sea el caso particular del SAPAC, pero en muchas entidades del país la gestión de estos recursos es una práctica muy común, que incluso ha dado pie a la tristemente célebre práctica de los “moches”.
Falta mucho por ver para confirmar si la presencia del supuesto “Comando Tlahuica” es real al igual que sus presuntos objetivos; esperemos que no tengan que perderse más vidas para que las autoridades pertinentes hagan su labor.
Sólo falta imaginarse lo que está por venir a nivel nacional con la presunta desintegración de las ahora famosas bandas de “huachicoleros”… ¿O habrá alguien tan ingenuo como para creer que será suficiente con 8 mil pesos mensuales de apoyo oficial para llevarlos al “buen camino”?
Veremos y comentaremos.
Twitter: @miguelisidro