PERSPECTIVA, por Marcos Pineda Godoy.

A las cuatro con veintiséis de la madrugada de hoy quedó aprobada, en lo general, la reforma al Poder Judicial, con 359 votos a favor, del bloque legislativo oficialista, y 135 votos en contra de los opositores, quedando 610 reservas, es decir, puntos específicos de discusión, que ya están siendo desahogados y se espera que, alrededor del mediodía, sean en su inmensa mayoría desechados, para aprobar, en lo particular, el dictamen preparado por la presidencia de la República, a fin de enviarlo, de inmediato al Senado.

No sorprende el estreno de la aplanadora legislativa de Morena y sus aliados, eso ya se esperaba, era cuestión de tiempo. Desde hace un par de años habíamos anticipado la posible radicalización del régimen lopezobradorista. Hoy ya es un hecho. Advertimos, antes de las elecciones de este año, que de conseguir el presidente la mayoría calificada en el Congreso, la concentración del poder en una sola persona no se detendría, Andrés Manuel López Obrador iría por más, apostaría por todo. Hoy también ya es un hecho.

Una vez conocidos los resultados en la asignación de plurinominales, que favoreció con una gran mayoría, sí legal, pero artificial, de legisladores leales al presidente, también señalamos que el Poder Legislativo corría el riesgo de perder su autonomía y quedar sometido a la voluntad del Ejecutivo. Entre el día de ayer y el de hoy, eso es otro hecho consumado, que solamente los fanáticos o los convenencieros justifican, porque no entienden razones, sino se creen el cuento de que con el 54 por ciento de los votos, el presidente tiene el derecho de ordenar que se desdeñe al resto de los mexicanos e imponer su voluntad.

Ya hemos analizado mucho el contenido de la reforma. Y ha quedado claro, dentro y fuera del país, que en sus más de doscientas cuartillas no hay ningún mecanismo propuesto para cumplir con el objetivo que se supone da vida a la iniciativa presidencial, es decir, el combate a la corrupción y a los privilegios. La discusión sobre la tómbola para la selección de candidatos, la elección popular de jueces, magistrados y ministros, que si el pueblo eso es lo que quiere y por eso es que votó como votó, que si acusan a los alumnos de derecho de estar manipulados por sus profesores, cuando en realidad se están dando cuenta de lo que está sucediendo, y si los proyectos de vida de miles de personas quedarán truncos al extinguirse la carrera judicial, esos y cuantos temas quiera usted poner en la mesa, claro que son de importancia, pero no debemos desviar nuestra atención del verdadero propósito de la reforma: tomar el control del Poder Legislativo, completar la concentración del poder público.

Al menos por los próximos 26 días -y esperemos que hasta ahí nada más y, luego se retire de verdad a la vida privada- Andrés Manuel López Obrador será el presidente más poderoso que haya tenido México, porque hasta Porfirio Díaz tuvo que aceptar negociaciones con sus opositores en diferentes momentos de su dictadura, mientras a López Obrador, nadie lo puede parar. Y no tiene que ser él personalmente quien amenace o persiga, para eso tiene a sus esbirros, listos para solicitar juicios políticos, con la consecuencia natural del encarcelamiento para aquellos que se atrevan a disentir, como lo anunciaron en contra de jueces, magistrados y ministros.

Tocará a Claudia Sheinbaum decidir, a partir del primero de octubre, pues hasta este día se le percibe como dócil y ajena al ejercicio autónomo del poder, si se inscribe en la ruta autoritaria o rectifica. O peor, sería una pena que el triunfo de género, por primera vez, una mujer en la presidencia de la República se vea destruido por estar sometida, una presidenta, una mujer, a los designios de un hombre, hambriento de poder.

Y para iniciados:

El Congreso de Morelos arranca con el pie derecho. Jazmín Solano ha sido lo suficientemente hábil y prudente, en el inicio de su ejercicio al frente de la Mesa Directiva de la Legislatura entrante, para no caer en las provocaciones de personeros que la acosan con preguntas sobre temas que, si bien son importantes, merecen un tratamiento cuidadoso, análisis a fondo, diálogo y seriedad. Todo apunta a que la gobernadora electa, Margarita González Saravia, podrá contar con espacios propicios para el diálogo y el consenso, incluida la oposición que encabeza en el Congreso, Daniel Martínez Terrazas y, más todavía contando con Rafa Reyes como secretario de la Junta Política y de Gobierno. Por cuanto a los diputados cercanos a Cuauhtémoc Blanco o a Ulises Bravo, así van bien… calladitos se ven más bonitos.

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