PERSPECTIVA, por Marcos Pineda Godoy.

La línea que tiró el presidente Andrés Manuel López Obrador para el tratamiento de las fuertes declaraciones que ha hecho Donald Trump, candidato republicano, a la presidencia del vecino y principal socio comercial de México, es clara: minimizarlas, pero, a la vez, justificarlas, bajo el argumento de que, como allá se encuentran en pleno proceso electoral, en los hechos no repercutirán en las relaciones entre ambos países.

Puede ser que sí, que no sean más que palabrería y demagogia del populista de derecha, Trump, dispuesto a decir lo que sea con tal de ganar el favor del voto norteamericano y regresar a la Casa Blanca, para ser, una vez más, el hombre más poderoso y temido en la tierra, pues no hacen falta muchas luces para darse cuenta de que las ambiciones de este estafador norteamericano -narcisista y mentiroso consuetudinario-, son estrictamente personales y en defensa de sus intereses. No de los del pueblo norteamericano y menos de los inmigrantes que allá han ido a buscar las oportunidades que no encuentran en sus países de origen.

Sin embargo, las declaraciones hechas el día de ayer, tanto por Trump, como por su compañero de fórmula, J.D. Vans, resultan no solamente muy mediáticas, bastante vendibles para su campaña, sino fustigadoras, al grado de que deberían ser de profunda preocupación para el gobierno mexicano. Al afirmar que México está petrificado ante el avance del crimen organizado y que, si los cárteles lo quisieran, podrían tumbar a su gobierno en dos minutos, atentan, descalifican y echan por tierra, en forma muy directa, todo el discurso del presidente López Obrador, con relación a sus políticas de combate al crimen organizado y el narcotráfico.

Desde que las relaciones diplomáticas iniciaron entre México y Estados Unidos, en 1822, mayormente se han desarrollado entre tensiones y conflictos, con México siempre a la defensa de su soberanía e independencia, pero perdiendo, a merced del intervencionismo norteamericano y sus permanentes ánimos imperialistas. ¿Cómo olvidar que en la primera ocasión en que un presidente estadounidense, William Howard Taft, cruzó la frontera para reunirse con el primer mandatario mexicano, Porfirio Díaz, la Franja de Chamizal fuera declarada territorio neutral, para atestiguar el apoyo del norteamericano a la séptima reelección de Díaz, bajo la custodia de los Rangers de Texas, más de cuatro mil tropas estadounidenses y mexicanas, agentes de lo que después sería el FBI, policías gringos y hasta 250 elementos de seguridad privada? Eso no se puede explicar más que bajo un ambiente de mucha tensión. Y ¿qué cree? Sí fue detenido un hombre que portaba un arma de fuego, en la ruta de los mandatarios, y que presuntamente planeaba ejecutar un atentado. Pero, lo más importante, lo de fondo, es que Díaz se comprometió, en ese 1909, a proteger las inversiones estadounidenses en México.

Donald Trump se jacta de haber sometido fácilmente a su homólogo mexicano y a su enviado, Marcelo Ebrard, para que se llevara a cabo de este lado de la frontera lo que él ordenara. Y lo seguirá haciendo, pues eso le suma votos de ese imaginario colectivo que quiere seguir viendo a los norteamericanos, trepados en el estandarte de la superioridad mundial.

En otra ocasión, podríamos abundar en el fondo de los intereses de los grandes capitales norteamericanos, a donde desemboca finalmente todo el entramado. Por el momento, le dejo para la reflexión que: sus históricas posturas ideológicas, económicas y armamentísticas, hoy se ven fuertemente amenazadas por el crecimiento y la expansión del gigante asiático, China. No dude, ni tantito, que el tema del crimen organizado y el de la migración serán usados, por Trump o por Harris, con el propósito de mantener a México de su lado, en esta guerra comercial.

Y para iniciados:

Para muestra de los efectos inmediatos, ya tenemos las declaraciones del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, quien aseguró, frente a Claudia Sheinbaum y López Obrador, que habrán de revisarse las relaciones comerciales con China, desde una perspectiva crítica, pues, dijo, “nos vende, pero no nos compra, eso no es un comercio recíproco”. Y ¿a quién cree usted que le va a convenir más esa revisión? Adivinó. Claro, ¡a los gringos!

La información es PODER!!!

Artículos Relacionados

Deja un comentario